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viernes, 18 de mayo de 2012

Relato Nº4 de Guillermo Muñoz Pedrosa

La mitología y los jóvenes.
Estuvo un joven de una carrera, realizando una exposición en el museo arqueológico de Sevilla, y le había tocado comentar ante un grupo de visitantes de dicho museo, la estatua de la Artemisa de Itálica y el culto a Artemisa en la época.
Explicó que era una de las diosas a las que se le daba a culto cuando las mujeres romanas daban a luz, ya que cuenta el mito que, cuando su madre Leto dio a luz a ella y a su hermano Apolo, ella salió primero para ayudar a su diosa madre en el parto de su gemelo.
Artemisa se caracterizaba por haberle pedido varios deseos a su padre Zeus, entre ellos, la eterna virginidad, un arco con flechas y una túnica hasta las rodillas para poder cazar, varios nombres para diferenciarse de su hermano Apolo, tener como séquito a las hijas de Océano, y ser la dadora de luz. Este último deseo era otro de los motivos por el que su culto era de los más importantes.
Diosa también de los bosques y las colinas, se mostraba protectora con algunos animales, como demuestra Homero en la Ilíada, cuando Agamenón mata a un ciervo de Artemisa, la hace entrar en cólera e impide que los barcos puedan partir a Troya frenando el viento. Ella exige la sangre de Ifigenia, hija de Agamenón, entregada en sacrificio. Agamenón accede de mala gana, aunque cuentan las fuentes que antes del sacrificio, la diosa la salvó y la llevo a otro lugar, y tras esto, decide liberar los vientos para que las naves puedan partir.
Aquel estudiante, con sus conocimientos de mitología y de historia antigua, dejó deslumbrados a los que lo escuchaba, y se había detenido de sus explicaciones para responder a las preguntas de aquella multitud, curiosa por saber. Llegando ya al punto de que casi había terminado su explicación, un pequeño joven, de no más de 12 años, se acercó a la multitud y a aquel estudiante.
-Hola pequeño- Se dirigió al niño, dejando un poco al lado a la multitud- ¿te has perdido?
-No- niega con la cabeza- mis padres están cerca, pero he querido adelantarme y ver qué toca ahora.
-Pues, adelante- dijo con una sonrisa, mientras el grupo continuó su visita al resto del museo- Iba a volver a explicar la Artemisa de Itálica al próximo grupo.
-¿Quién?- preguntó el infante.
-Chico… supongo que… conoces a Artemisa- El estudiante se quedó un poco cortado. De todas las preguntas que podían hacerle, esa era la que menos se esperaba, y mucho menos de un niño como el que tenía en frente.
-No, en mi clase no hay ninguna niña que se llame así- Los comentarios de aquel crío estaban dejando al estudiante perplejo- ¿Cómo es, guapa?, bueno, eso no importa, mientras este buena.
El chico le lanzó a aquel estudiante una mirada de complicidad, mientras este lo miraba con extrañeza. No se podía creer que no supiera quién era la diosa Artemisa y que tampoco supiese que se trataba de la estatua que él tenía a su espalda. Decidió, no obstante, recuperar la compostura y echarle paciencia al asunto, pues aún solo era un crío.
-Pues Artemisa, es una diosa de la antigüedad. Una diosa de la caza en la mitología griega.
-¿Y Dios tenía amigos de su especie?, es que mi padre dice que Dios solo existe uno.
Observó que aquel niño no había sido criado precisamente en la cultura antigua, y dedujo que la tarea de explicarle no iba a ser nada fácil. Tragó saliva mientras pensaba que decirle a aquel pequeñajo.
-No, esta no tiene nada que ver con Dios. Son dioses a los que se rendía culto antes que a Cristo, tanto por griegos como por romanos.
-¡Ah!, ¿entonces pueden ser los padres de Dios?
Realmente, no creía lo que estaba oyendo de la boca de aquel crío. De todas formas pensó que sería mejor seguirle la corriente.
-Si… podrían serlo- Pronunciar aquella respuesta le había dejado una herida en el alma que tardaría en cerrarse en los próximos meses- Te propongo chico, que partamos desde el principio.
-¿Se puede partir a Dios?
Se llevó la palma de la mano a la frente, golpeándola con fuerza y poniendo cara de disgusto ante aquellos comentarios. Nunca habría sido capaz que aquel mocoso hubiese sido capaz de decir tales estupideces.
Al final logró sobreponerse a las heridas que aquel niño le hacía en su alma intelectual, y continuó su explicación como buenamente pudo.
-Cuando digo de partir desde el principio, me refiero a explicarte esto desde el principio- Parecía que eso si lo había pillado. Parecía que no era tan tonto después de todo- Al principio solo existía el caos, y de él fueron generándose las generaciones de dioses que en principio no se parecían. Destacaron Gea y Urano, que tuvieron varios hijos, entre ellos a los grandes Titanes. Pero celoso Urano de que pudieran arrebatarle el trono, fue encerrando a todos los hijos que tenía con Gea.
-¡Ah!, ¿y ellos no terminaban por escaparse?
-¡Ahora llego a eso!- Se le hacía también impertinente ver que el niño le metía prisa- Gea escogió al más listo de los Titanes, el poderoso Saturno- paró para ver que el niño tenía la mano levantaba la mano para preguntarle algo.
-¿Y llevaba entonces un aro alrededor del cuerpo?
-No no lo llevaba- A pesar de que ese comentario le había resultado gracioso, las preguntas absurdas ya comenzaban a quebrar su paciencia- Y así pues, Gea le forjó a Saturno una hoz, con la que cortar los genitales de su padre Urano.
-¡¿Qué le cortó los cojones a su padre?!- Miraba sorprendido el niño. El estudiante no se sorprendió mucho, ya que a saber la de palabrotas que habría aprendido aquel crio- Eso es para sacarle una escopeta y cargárselo.
-¡Nada de pistolas, todavía no existían!- Se indignaban el estudiante, intentando mantener la compostura- Nacieron muchos seres de aquel acto, entre ellos la diosa Venus, señora del amor y la pasión, tras haber lanzado los genitales al mar.
-¡¿Una tía buena nació de unos genitales cortados en el mar?!- Puso una expresión sonriente y de mala idea al oír esa parte de la historia, señal de que no tramaba nada bueno.
-Es… una forma de verlo…- La sonrisa había incomodado bastante al estudiante, y cada vez le costaba más aguantar aquel crío. Siguió un rato explicando la mitología, con Saturno devorando a sus hijos, Zeus liderando a los dioses en la revuelta contra su padre… Hasta que llegaron los padres del niño, que pidieron disculpas por las trastadas de su hijo y se lo llevaron. Por fin pudo respirar el estudiante tranquilo, aunque indignado con los padres por que el niño tenía una educación similar a la de un rucio tirando de un arado.
Varios días después, mientras el estudiante desayunaba, leía en el periódico:
“Adolescente de 12 años intenta agredir a su padre. En la playa, un niño con una navaja intentó cortarle los genitales a su progenitor. Cuando se interrogó al niño, este respondió que si se los cortaba y los tiraba al mar saldría una mujer hermosa. El niño ha sido llevado al correccional y los padres se han quejado escandalizados por las cosas que ven los niños en la tele”
“Menos mal que le han echado la culpa a la tele” pensó el estudiante.

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