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miércoles, 16 de mayo de 2012

RELATO 4 DE INMA


RELATO 4 DE INMA

Marta es una joven cuarentona atractiva y con personalidad. Trabaja como profesora en un colegio y presume de gozar de una gran libertad y un amplio abanico de amistades que le prmiten disfrutar de todo tipo de actividades, viajes..., en fin, todo cuanto una joven “madura” de esa edad, casada y con hijos, podría soñar...

En el terreno sentimental no tiene grandes ambiciones pues, habiendo sobrepasado la edad en la que toda mujer se afana por cumplir con las exigencias biológicas de la maternidad, y tras algunas decepciones amorosas, ha dejado que su romanticismo vaya tiñéndose, quizá inconscientemente, de un marcado sentido realista ante la percepción del amor como la única panacea para la felicidad...

Una mañana de martes en la que está, como de costumbre, recogiendo las cosas para marcharse a casa desde su trabajo, hacia el mediodía, la intercepta Pedro, un compañero de secundaria con el que apenas había coincidido por el colegio:
-¿podemos quedar el viernes...?-Marta lo mira sorprendida, pero disfraza el gesto de su cara con el sentimiento de aprecio al riesgo, y así le responde:
-¿por qué no...?
Intercambian los teléfonos y se marchan, cada uno por su lado.
Ya en casa, Marta comenta por teléfono a su amiga Sonia el acontecimiento de la inminente cita:
-pues sí, chica, he quedado con Pedro y a ver qué tal..., aunque parece un poco soso...; en fin, ya te contaré...


Los días pasaron hasta el viernes con una intensidad y alegría inusuales para Marta: “no, si va a ser que he recuperado el romanticismo”, se decía a sí misma, sorprendiéndose tarareando una canción, camino del coche, o riendo por cualquier tontería...

Llegó el día señalado y a las nueve y media de la noche ya estaba Marta en la puerta del Prado; se había puesto un vestido primaveral, de flores, cortito; la cara maquillada y unas medias color carne. No deja de mirar para un lado y para el otro cuando, súbitamente...¡aparece Pedro...! pero...¡casi no lo reconoce...!, pues llevaba una camiseta de manga corta, de las de algodón, con una marca o nombre en inglés; un pantalón vaquero y unos botines...;”vamos”-pensó Marta-”que, para la primera cita, no se ha esmerado mucho que digamos...”. Y, mientras mira los botines de su pretendiente, se pregunta: “¿nos dejarán entrar en más de un sitio esta noche...?”.

La propuesta de pedro es dar una vuelta por el barrio de Santa Cruz:”ah”-dice Marta-”me encantará recordar la magia que me cautivó de esta ciudad nada más llegar a ella, paseando por este barrio...”

Allí se encaminan, mientras van hablando de: horarios, clases y jornadas, los aspectos y espacios más comunes de sus vidas y, a medida que van atravesando los jardines de Murillo y penetran en el entramado de calles estrechas de paredes blancas y balcones con geranios, comienzan a intercambiar unos detalles más personales de sus vidas:
-Yo creía que estabas casado y con churumbeles-le suelta Marta, esperando ansiosamente que el aludido le responda con un “no” categórico.
-¿Yo...?; ¿por qué lo dices, por la edad...?¡si tengo 28...!
-Ya..., pero aun así...-dice Marta, y no puede evitar soltar un suspiro de alivio.
-Lo que pasa-sigue diciendo Pedro-es que no me he empeñado en cortejarte antes porque llevo dos años sin pareja, después de haber pasado veinte con alguien, y lo he pasado y estoy pasando tan mal, que no tenía cuerpo para nada, y para colmo estoy tomando pastillas para no deprimirme....; en medio de estos dos años me entusiasmé con una antigua compañera de facultad que también me dejó..., en fin, que no tenía ánimos para nada...

Marta lo mira entre la pena y el asombro: “con razón”-piensa-”lleva esta camiseta y estas trazas con tan poco garbo para salir con una mujer, y gasta este semblante tan...soso...; pero...no sé...tiene algo...”. Intenta descubrir el oro del ser humano o más bien agarrarse a un clavo ardiendo, y cobran sus ojos un brillo de interés inusitado, o “yo puedo devolverle la ilusión” -piensa-...


Han pasado hora y media de vuelta y paseo y se sientan un un velador; Marta pide una copa de ribera del Duero y Pedro una cerveza, y continúa el intercambio sentimental:
-pues yo conocí a un colombiano hace un par de semanas-dice Marta-, y durante el fin de semana bien pero, cuando el lunes seguía llamando, enviando mensajes y poesías..., me agobié..., no sé lo que quiero realmente...
Pedro la mira con asombro y habla de su situación personal:
-Vivo al lado de mi madre y la cuido y, si salgo a alguna parte, llamo a una mujer para que la cuide...

La noche es agradable y se van sintiendo a gusto; después de tomar unas tapas por otro bar del centro, desembocan en un pub llamado “Rockefeller”, en la calle Adriano. La música es movidita e invita al baile. Tras unas copas, deciden irse y, sin haber hablado antes, el taxi que les lleva va conduciéndoles a Triana, a casa de Marta y, aunque ésta tiene muy claro que no quiere liarse con Pedro, le acoge en su casa y lo conduce a la habitación de huéspedes.

Suceden un devenir de ruidos y llamadas: que si amigos llamando a Pedro que dónde estaba; que si Marta diciéndole que hable bajo, que son las tres de la mañana y hay vecinos durmiendo arriba...; ella se dirige a su habitación y cierra la puerta; ya se ha desvestido y puesto el pijama cuando Pedro llama a su habitación:
-Dame unos pinganillos, por favor, para el móvil.
Y le da dos besos en las mejillas. Vuelve a su cuarto y duermen, cada uno en su habitación.


Son las diez de la mañana del sábado y Marta se dirige al cuarto de baño.”!Buenos días¡”-le dice Pedro desde su cuarto-”¿has dormido bien?”-responde Marta; “sí”, dice el otro, “después de quitar el reloj de la cocina y llevarlo al salón”.

Marta entra y se sienta en un lado de la cama de Pedro, cerca de él.”Se me olvidó ponerte el orinal, je, je”. Y le acaricia la cara con las manos. Y le besa los labios y Pedro responde suavemente. “Demasiado suave”-piensa Marta-.Y se despierta la pasión entre ambos:caricias, besos, juegos...y...¡oh Dios...!cuando Marta ya está dispuesta...
-Lo siente-dice Pedro-y se aparta. Es que me vienen recuerdos y se me baja la libido...

Y Marta, por enésima vez, siente su rostro enrojecer al recordar cuántos exóticos ejemplares masculinos lleva en su haber...


Al día siguiente, ya cada uno en su casa, llama Sonia a su amiga Marta con curiosidad femenina...:”¡cuéntame cómo te fue...!”Y Marta: “pues nada, chica, voy a fundar una ONG de reparadora de miembros viriles...; por cierto, ¿adónde vamos de vacaciones...?”.

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