Alguno de vosotros (no muy ducho, por lo que se ve) entró en nuestro blog por blogger y lo ha asociado a su cuenta que es marcantmafe@gmail.com

Ahora mismo hay que meter como nombre de la cuenta ese correo y como clave la misma que os di en clase.

jueves, 31 de mayo de 2012

Relato 5 de Enriqueta Bataller de Juan


                EL DESPIDO

   El lunes, a primera hora, estaban todos los miembros del departamento creativo en la sala de reuniones. La empresa de publicidad en la que trabajaban, Cre@flash.S.A, no estaba en su mejor momento, así lo explicó Jorge, el jefe del departamento creativo, cuando convocó el viernes a última hora esa reunión.
La sala de reuniones era un lugar amplio, luminoso e impersonal, y allí estaban todos. Jorge, con rostro serio, presidía la mesa oval que ocupaba el centro de la sala, Carlos y Miguel, sentados en el otro extremo, charlaban, Pilar, con cara de preocupación, bebía a pequeños sorbos un café de maquina humeante y Adela hablaba con Javier, los dos de pie frente a sus sillas.

- Buenos días a todos-dijo Jorge en tono serio-. Por favor, Adela, ¿puedes correr la cortina?, me da el sol en la cara y es muy molesto. Vamos a empezar.

  La empresa ocupaba la novena y décima planta de una de las torres más emblemáticas del Paseo de la Castellana. La sala de reuniones donde se encontraban contaba con grandes ventanales que ofrecían una magnífica vista de la ciudad y que en mañanas soleadas como la de ese lunes, trece de abril, obligaban a cerrar las cortinas.
         - Buenos días Jorge -contestaron Javier y Pilar-.
Mientras Adela cerraba las cortinas de los ventanales, Carlos y Miguel charlaban en voz baja.
  - Creo que todos vosotros conocéis el motivo de esta reunión -continuó Jorge-. La situación económica del país es mala y la crisis también ha llegado a “creaflash”. En el último año hemos perdido un 40% de nuestros clientes, el mercado cada vez es más competitivo y el cierre del año pasado dejó un déficit en la empresa que asciende a los diez millones de euros, motivo por el que nos vemos obligados a hacer reducción en la plantilla en todos los departamentos. Estamos estudiando la situación laboral, profesional y personal de cada uno de vosotros para poder tomar la decisión más adecuada respecto a vuestro futuro.
Hubo un cruce de miradas entre todos y tras un breve silencio empezaron las preguntas.
    -¿Y por qué no recortan en el departamento comercial? -dijo Carlos- mientras pasaba sus dedos por su cabello oscuro y abundante, algo rizado, peinado hacia atrás. Llevo más de diez años en esta empresa y en ese departamento han duplicado el personal en estos últimos años. Si hay menos clientes, sobran comerciales.
Carlos, con una actitud desafiante, mirando a los ojos a Jorge, continuó hablando.
       - Aquí los cinco somos imprescindibles, y tú, Jorge, lo sabes. Miguel y yo tenemos experiencia y    
         sabemos que quiere el cliente, Pilar y Adela ordenan y dan forma a nuestra ideas y Javier es el                experto en las nuevas tecnologías, es la clave en la presentación final y difusión del producto.      
        ¿Quién sobra?
- Quién y cuando? Cuando tenéis pensado echar a la calle al “elegido”? -dijo  Miguel                      con cierta sorna-.
  - Calma compañeros -respondió Jorge-.Todos hacéis un trabajo formidable, estáis muy bien   valorados y os estoy diciendo que vamos a estudiar el caso de cada trabajador de forma individual.
  -  Ahora somos trabajadores y compañeros?? -dijo en un tono elevado Adela-. Cuando en navidades nos pedías hacer horas extras para cubrir los encargos de todos los clientes, entonces éramos una familia, ¿no?, y ahora... ¿somos trabajadores? Jorge, no esperaba esto de ti.
- Bueno -dijo Pilar en tono conciliador-, seguro que Jorge nos lo explica todo. Yo confío en él, él es parte del equipo y es posible que consiga que ninguno tenga que irse del departamento, no es así?, y le miró con ojos interrogantes.
Jorge esquivó su mirada y empezó a jugar con el bolígrafo Mont Blanc sobre un papel, haciéndole girar con su mano derecha. Tragó saliva y con la mirada perdida hacía ningún lugar contestó:
- Esta decisión no ha sido mía. Yo os aprecio a todos y la empresa también. Sabemos la dedicación que habéis tenido durante todos estos años pero los números mandan y de dirección las órdenes han sido tajantes, nos obligan a reducir personal en todos los departamentos. No depende de mí.
       - Y tú estás incluido? -preguntó maliciosamente Carlos-. Puede que el que tenga que marcharse    
       seas tú?. Nosotros nos organizamos bien, podríamos arreglarnos sin tu supervisión y tú ubicarte en 
       otro departamento.
- Mira Carlos, no te pases -dijo Jorge con tono y cara de cabreo-. Vamos a hablar claro. Uno de vosotros va a perder su puesto de trabajo y ni tú por ser el más antiguo y el líder del grupo te vas a librar de ser evaluado. No puedo deciros más por ahora. El viernes, a la misma hora, se comunicará de manera oficial quién dejará de colaborar con nosotros. Hasta entonces a trabajar. La reunión ha terminado.


  Todos, excepto Jorge, se levantaron. Salieron de forma pausada de la sala y caminaron por el pasillo hasta llegar donde estaba Myriam, la becaria pechugona que ocupaba la mesa de información a la entrada de la oficina en el piso noveno. En cuanto salieron al rellano de los ascensores, los cinco comenzaron a hablar de forma alborotada al mismo tiempo.
- Está bien, equipo -dijo Carlos-. A las dos en “ La última gota”, el bar de la calle de atrás, y allí hablamos tranquilamente. Aquí hasta las paredes oyen.
       - O.K., allí nos vemos, contestaron las chicas y Javier.
  Miguel asintió con la cabeza mientras se quedaba en el rellano, sin coger el ascensor que le llevaba a su planta de trabajo. Con él se quedó Pilar. Se acercó hasta él y en un tono muy bajo, tras mirar a ambos lados y asegurarse de que nadie les escuchaba, le preguntó.
       - Y nosotros, ¿Qué vamos a hacer? Mejor dicho, y yo, que coño voy a hacer?
  Mientras hablaba los ojos se le humedecían y Javier mantenía la mirada en sus zapatos, ocultando su cara. Pilar continuó:
- Tú no dejas a tu mujer, a mí se me va a empezar a notar y soy junto con Javier, la que menos antiguedad tengo en la empresa. Vamos, que soy la candidata perfecta para ser despedida y entonces... ¿Qué? Madre soltera en el paro mientras tú te vas de rositas. He sido una imbécil!-exclamó en tono enfadado-.
  Miguel levantó la cabeza, posó su mano sobre el hombro de Pilar y le dijo:
  - Quieres tranquilizarte?, por favor, y baja la voz. Todo se va arreglar. Nadie tiene porque enterarse de lo nuestro. Estoy a punto de irme de casa, pero ya sabes que ahora, con mi suegro en el hospital, no me parece el mejor momento. Y no te obsesiones, no se te nota nada. Del trabajo hablamos luego en el bar, algo se le ocurrirá a Carlos, ya sabes como es.


   A la hora convenida empezaron a llegar “ A la última gota”. El bar estaba muy cerca de la oficina, era largo y estrecho, con poca luz y una barra amplia que ocupaba un lado del local que estaba llena de pinchos. A esa hora, aún no había mucha gente. Los primeros en llegar fueron Carlos y Miguel, se acomodaron en la barra, en la zona esquinada que quedaba al fondo del local. Poco después llegó Javier, entró en el local solo, con la camisa por fuera del pantalón vaquero, algo despeinado y sonriente. Por último llegaron las chicas, Adela por delante , una mujer de treinta y muchos años con un físico lleno de curvas bien proporcionadas y detrás Pilar, delgada, pequeña, callada y muy pálida.
 - Muy bien chicos, ya estamos todos –dijo Carlos- mientras se peinaba con los dedos el pelo rizado hacia atrás- ¿ Cerveza para todos?
Todos asintieron con la cabeza excepto Pilar.
   - Yo tomaré Cocacola, estoy algo mareada - dijo Pilar-
   - Si, tienes mala cara-dijo Javier-.
   - Qué os ha parecido lo de esta mañana? -volvió a hablar Carlos-. Vaya con Jorge, sabía que no  
  nos podíamos fiar de él.
   - Y ahora, ¿Qué vamos a hacer? –preguntó Pilar, mientras miraba uno por uno a todos- Claro, 
  Miguel y tú, -dijo, refiriéndose a Carlos- estáis tranquilos porque sois los más antiguos pero y los  
  demás, ¿qué?
    - Pues al que le toque... a buscar- dijo Javier en tono despreocupado-
    - Como tú no tienes unos hijos que mantener ni una hipoteca que pagar estas tan tranquilo 
      -contestó Adela en tono agresivo-
      - Eso -dijo Pilar- Ni siquiera pagas un alquiler como yo. Desde luego el vivir en casa de tus padre tiene esas ventajas.
      - Eh!, tranquilos, que aunque no tenga alquiler, ni hipoteca ni hijos yo también tengo vida, tengo vicios –dijo Javier con cara de niño travieso- y para eso necesito pasta, así que yo tampoco quiero perder el trabajo.
      - Bueno, todos tenemos motivos importantes por los que no podemos perder el trabajo. Así que algo hay que hacer-dijo Miguel- mientras se disponía a darle un bocado a un pincho de tortilla de patata.
      - Dejadme pensar -dijo Carlos- La empresa está mal, sobra gente, pero ¿Por qué hemos de ser uno de nosotros? Siempre hay algo que se puede hacer. Todo el mundo tiene un punto débil y Jorge seguro que también. Él ya no es del equipo, desde que le nombraron jefe del departamento se ha distanciado de nosotros y solo le interesa ascender en la empresa. Es un trepa, pero quizá podamos descubrir algo turbio que le obligue a dimitir de su cargo y nos deje vía libre a los demás.
      - Yo puedo indagar en las cuentas del departamento-dijo Javier-. Con el programa i informático que tengo en el despacho no sólo hago difusión del producto en las redes sociales, también puedo acceder a contratos de clientes, distribución de trabajos y pagos recibidos por la empresa. Soy un “as” en la informática, no hay información en la red a la que yo no pueda acceder-dijo con voz intrigante y sonrisa burlona-. A lo mejor encuentro algo.
      - Vale -dijo Carlos-, que acababa de terminar un pincho de ensaladilla. Tú investiga por ese  lado. Yo hablaré con Jorge a ver si puedo sacarle algo más. 
     - No irás a ponerte de su lado? O vas a darle coba??- pregunto Adela y continuó hablando- Te conozco, Carlos, y venderías tu alma al diablo por salir triunfante de cualquier situación.
      - Si empezamos a desconfiar unos de otros no hay nada que hacer-contestó Carlos - Es mejor que hable uno sólo con él para que no sospeche de nuestro boicot. Sé de algunos trabajos que hicimos el año pasado y que Jorge consiguió de una manera “poco legal”, me entendéis?. Os acordáis de la publicidad de los centros deportivos de la comunidad de Madrid del año pasado?.. ¿Porqué creéis que nos la dieron a nosotros y no a “plublisport”, la empresa que lo había hecho en años anteriores ...
      -Bueno, Carlos, yo confío en ti -dijo Miguel-. A estas alturas no podemos desconfiar de nosotros mismos, aunque no está demás que todos pongamos al día nuestro currículum, donde figure los trabajos realizados en la empresa en estos últimos años y los premios conseguidos, no? 
      - Ya salió el premio- dijo Adela- mientras se limpiaba los dedos con una servilleta de papel. Ya sabemos que tienes dos premios nacionales de publicidad por tu trabajo con BMW y Mahou, pero querido, de eso hace más de cinco años.
     -  Pero al menos los tiene -dijo Pilar- que no había probado bocado desde que llegaron. Yo tendré que hacer mi ridiculum vitae y seré la primera en salir.
     -  No digas tonterías - dijo Miguel- y come algo, que estas demasiado delgada.
     -  Eso, no digas tonterías-repitió Adela, mientras apuntaba con su dedo índice derecho la cara de Pilar-, porque todos sabemos que tu tío fué socio fundador de la empresa y con tu primo del alma en la junta directiva, tú eres la que menos posibilidades tienes de ir a la calle.
     - Como puedes decirme eso, Adela-dijo Pilar- Creía que eras mi amiga.
     - Y lo soy -contestó Adela en un tono más cálido- Y no cuestiono tu formación en este campo ni  tu valía, pero la realidad es esa. No te ofendas. 
    Y mientras le pasaba el brazo por la espalda en un tono afectivo.
          - Está bien -zanjó la conversación Carlos-. El jueves a esta hora nos vemos aquí y hablamos de nuevo con lo que tengamos. Me tengo que ir que tengo una reunión a las cuatro.



  Carlos, Javier y Adela salieron charlando del bar, mientras Pilar y Miguel estaban acabando el café, sentados en los asientos de la barra. Pilar callada, con su mirada perdida en el café, no se giró para despedirse de los demás. Estuvieron callados más de cinco minutos.
    - Pilar, Cariño, no soporto tus silencios. Tú sabes que te quiero. Entre mi mujer y yo ya no hay nada, hace meses que no hacemos vida juntos, sólo tienes que tener paciencia hasta que llegue el momento adecuado. Te lo he dicho muchas veces.
    - El momento adecuado? –dijo Pilar con cara de enfado. . Eso llevas diciendo hace seis meses, estoy embarazada de cuatro y ya no puedo esperar más. Necesito decirlo, quiero disfrutar el embarazo, contigo o sin ti, comprendes?
    - Cariño, si tu tío o tu primo se enteran que yo soy el padre de tu hijo, me echan a la calle. Ellos conocen a mi mujer desde hace diez años: cenas de navidad, recogidas de premios... ya sabes como son, están chapados a la antigua y no tolerarán un escándalo como este en la empresa, me despedirán, dejaremos de vernos... ¿ eso es lo que quieres?
    - No Miguel, no quiero que te despidan pero tampoco quiero seguir así. O se lo dices a tu mujer esta semana o hago público mi embarazo. No puedo más. Y por favor, no vengas a mi apartamento si no es para decirme que has tomado una decisión, tu mujer o yo.
  Y la mujer apocada y pequeña se levantó, cogió su bolso y se marchó sin despedirse.

  El martes y el miércoles pasaron fugazmente. No hablaron entre ellos, tan solo miradas fugaces entre pasillos cuando se dirigías a sus respectivos despachos. Jorge, el miércoles a media mañana se cruzó con Adela y le dijo, con cierta sorna:
    - Ay que ver, Adela. Si llego a saber que la amenaza de despido te hace trabajar tan calladita, lo hubiera utilizado más a menudo- y siguió caminando.
    - Cabrón-dijo Adela en un tono lo suficientemente alto para que lo oyera-, mientras caminaba en dirección opuesta por el pasillo.

  Y llego el jueves. A las dos de la tarde fueron apareciendo por “ La última gota”. El primero en llegar fue Carlos, entro en el bar, se acercó a la barra y pidió una cerveza mientras se sentaba y pasaba los dedos entre su cabello ondulado peinado hacia atrás. Más tarde llegó Javier, solo, con los walkman puestos tarareando una canción. Por último entraron Adela, Pilar y Miguel, iban en fila india sin dirigir palabra entre ellos.

    - Que tal estos días? -preguntó Carlos- con una medio sonrisa en la boca. ¿Cerveza para todos?
    - Yo agua -dijo Pilar-
   El resto afirmó con la cabeza, respondiendo a Carlos.
    - Yo llevo unos días de perro-contestó Adela- Tengo a un niño malo, mi marido de viaje y con este panorama....
    - Tú si que tienes mala cara - le dijo Javier a Pilar- Estás enferma?
    - No, no -contestó titubeante-. Es que llevo tres días “sin pegar ojo”.
    - Bueno, al grano -dijo Miguel- Alguien ha averiguado algo?
  Todos callaron. Adela jugaba con una servilleta arrugada entre las manos, Pilar, sentada en un taburete, rebuscaba en el bolso, Javier movía la cabeza en señal de negación y Miguel apuraba la cerveza de un trago. Y Carlos tomó la palabra.
    - Siento deciros que esto tiene mala pinta. Me he informado y es verdad que en todos los departamentos van a echar a alguien e incluso van a reducir personal en dirección y en administración. Van a despedir a más de un tercio de la plantilla. Mucho me temo que uno de nosotros tendrá que marcharse.
   Mientras Carlos hablaba, Pilar sacó un abanico del bolso con el que se empezó a darse aire con poca energía, Javier se miraba las Nike desgastadas que asomaban por sus vaqueros y Miguel, cabizbajo, resoplaba con cara de preocupación, con el vaso de cerveza agotado en la mano.
    - Entonces -dijo Adela- ¿ De tu encuentro con Jorge? ¿ Nada?
    - Poca cosa-respondió Carlos - No puede hacer nada. No saben quien va a tener que marcharse, lo están decidiendo.
    - Y de lo que nos contaste el otro día acerca de los contratos del año pasado?-preguntó Miguel- Ya sabes...
    - Nada, nada -contestó Carlos- mientras se peinaba con los dedos su cabello rizado hacia atrás. No hay nada. No hay forma de demostrarlo, no hay ningún documento y él lo niega.
    - Yo no he encontrado nada raro en las cuentas -dijo Javier-.Si hay chanchullos, están muy bien escondidos.
   Adela miró a Carlos con desconfianza. Miguel dio un puñetazo sobre la barra mientras murmuraba tacos en voz baja, Pilar, cada vez más arrugada en su taburete, estaba callada, con la mirada perdida...
    - Entonces no tenemos nada que hacer, no? -preguntó Adela en tono seco- mientras miraba a Carlos.
    - Nada -contestó éste-
    - Muy bien -siguió Adela.- Que haya suerte compañeros. Yo me voy, no pierdo más el tiempo. Nos vemos mañana en la reunión. Por cierto, se debe algo?
    - A esta ronda invito yo-dijo Carlos-
    - Espera -dijo Javier- Me voy contigo.
   Los dos se despidieron y caminaron hacía la puerta. Antes de llegar a la salida, Adela miró a Javier y le dijo:
        - Carlos nos la ha jugado.
   Javier asintió con la cabeza, arqueó las cejas y subió los hombros. Salieron del bar en silencio.


   Carlos se marcho poco después. Argumentó una partida de paddle que le obligaba a salir corriendo y aprovechó para tranquilizar a Miguel y Javier respecto a su situación laboral: 
      - No os preocupéis, amigos -dijo Carlos con prepotencia- Javier es el más joven y lleva muy poco   
     tiempo y Adela trabaja bien, pero Jorge no la traga. Lo siento por uno de ellos, pero mucho me 
     temo   que.... Vosotros estar tranquilos. Mañana nos vemos.
  Y Carlos desapareció .



  Cuando todos se marcharos Miguel rodeó con su brazo a Pilar por la cintura y le preguntó en tono cariñoso:
          - Y tu, mi amor, como estás? mientras acercaba su boca al cuello de Pilar.
          - Muy bien, gracias -contestó Pilar - y separó su cuello bruscamente. Yo también me marcho. He quedado con mi primo.
          - El de dirección? -dijo Miguel- 
          - Si, el de dirección -contestó Pilar-Tengo que hablar con él.
   Bajó del taburete dando un saltito, cogió su bolso y comenzó a andar. Tras dar dos pasos giró la cabeza y dijo:
     - Mañana nos vemos en la reunión. Mucha suerte.



   Miguel se quedó solo en la barra de “ La última gota”. Se sentó en el taburete que vacío que acababa de abandonar Pilar. Sacó el teléfono móvil del bolsillo, marcó el número de Pilar...piiiiiiii....piiiiiiiiiii.....piiiiiiii......No contestó. Colgó. Dejó el móvil sobre la barra y llamó al camarero. Pidió un Güisqui con agua, preguntó cuanto debía y permaneció sentado en la barra en silencio, sin dejar de mirar el hielo que se deshacía en el vaso. Pasó el tiempo. Guardó el móvil. Apuro el Güisqui aguado que quedaba en al vaso y se levantó. Con su mano derecha hizo un gesto de despedida al camarero mientras le dijo:
    - Mañana será otro día...

   El camarero no respondió. Y Miguel salió del local lentamente con la cabeza baja y las manos en los bolsillos.

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