Alguno de vosotros (no muy ducho, por lo que se ve) entró en nuestro blog por blogger y lo ha asociado a su cuenta que es marcantmafe@gmail.com

Ahora mismo hay que meter como nombre de la cuenta ese correo y como clave la misma que os di en clase.

jueves, 17 de mayo de 2012

-Relato 4 de María Atanes

LA TARTA
Mañana es su cumpleaños. Lleva una semana mirándose al espejo, intenta trazar un mapa de las arrugas, manchas y lunares que surcan su rostro. Tal vez a partir de mañana se harán mas profundas.
Lleva una semana decidiendo si celebrarlo o no. Está en paro, los regalos que le harán no compensarán el desembolso económico. Y algunas amigas que ya han superado esa fatídica edad incluso disfrutarán comprobando que por ella también pasa el tiempo.
A las dificultades que atraviesa su relación de pareja se le une ahora la diferencia de edad. Antes Ana era solamente tres meses mayor que él, ahora los separa una década.
No sabe si endulzar sus lagrimas comiéndose una tableta de chocolate o esconder la pena tras una buena capa de maquillaje, llamar a su amiga Lucía e irse de tiendas. Bueno, ella miraría se probaría y Lucia compraría. Al contrario que Ana, Lucía tiene un buen trabajo, pero no tiene pareja.
Se dirige hacia la cocina con remordimientos, aunque está muy delgada sabe que debe empezar a cuidarse El timbre de la puerta la sorprende mordisqueando la primera onza.
<<¿Quién será?>> . Daniel siempre abre con su llave y no espera a nadie. Se asoma a la mirilla.
Esboza una sonrisa al descubrir a su sobrina Verbena de 5 años; vive en el mismo edificio en la planta de abajo.
-Felicidades tía Ana. Mamá ha cocinado el bizcocho, pero los números los he pintado yo con chocolate caliente - Explica satisfecha. Ana se ha dado tanta prisa en abrir la puerta que no ha observado la tarta, con un enorme cuarenta en el centro, que la niña le ofrece. <<Su cuñada tan atenta como siempre>> ironiza.
-Mamá dice que vas a necesitarla y que me quede contigo, ella va a salir-. <<Qué fresca>>, su cuñada de compras y ella condenada a engordar devorando en solitario esa tarta, así desaparecerá de su vista ese amenazador cuarenta que desde hace unas semanas le causa tanta tristeza.Verbena, liberada del bizcocho, entra dando pequeños saltos, lleva colgado un bolso de Dora la Exploradora que se sacude y suena ante cada bote. Ana cierra la puerta y con resignación, guarda la tarta en el frigorífico.Escucha un fuerte ruido.
-¿Qué has roto?- Pero cuando entra en el salón descubre a Verbena de rodillas en la alfombra jugueteando sobre la mesita de centro con un montón de conchas. <<Va a rayar la madera y él me regañará>>. Porque su novio opina que ella consiente demasiado a esa niña. Eso era lo que sonaba dentro del bolso, la colección de conchas de su cuñada, la que recogía en los largos paseos que daba junto a su hermano en la playa de Matalascañas, el fatídico verano que se hicieron novios.
- Mamá me ha dicho también que te dé esto- Verbena le entrega un sobre. Dentro una foto y una postal.
Ana fue quien tiró la foto en la playa, verano del 2000, en la imagen aparecen Lucía, su hermano en el centro y su cuñada, los tres muy risueños cogidos por la cintura. Ana realizó mal el encuadre y cortó por la mitad a su cuñada quizás en un intento de hacerla desaparecer, ojalá hubiera sido tan fácil. La postal estaba fechada dos años más tarde. Ana la leyó aunque ya sabía lo que ponía, la había escrito ella, anónimamente, en un último y agónico esfuerzo para que rompieran.

¿Estás segura de la fidelidad de tu novio?. La noche del viernes no durmió en su cama.. Pregúntale quién le ha manchado la camisa de barra de labios. “
Y vaya que si se lo preguntó, a las cuatro horas de recibir la postal. El tiempo que tardó en convencer a su padre, guardia civil destinado en Madrid, de que la llevara a la estación de trenes, le sacara un billete para el próximo AVE con destino a Sevilla, y le pagara un taxi hasta la casa de los padres de Ana. Interrogó a su novio, que con su habitual cara de bobalicón, no salía de su asombro.
- Todo tiene explicación. Salí para celebrar que había aprobado las oposiciones, me emborraché perdí las llaves y por eso dormí en casa de un amigo. Y la mancha no es de carmín sino de zumo de tomate que en un intento para que se me pasara la borrachera derramé sobre mi camisa.
El hermano de Ana terminó llorando. La distancia era muy dura. ¿Por qué no se casaban?. El ya tenía trabajo y casa propia. Los padres de Ana habían regalado a cada hijo un piso de VPO, en la misma calle, en el mismo edificio. Uno en la planta segunda y el otro en la tercera. Y Ana lo único que consiguió fue adelantar la boda.
-¿Qué pone la postal, tía Ana?. Mamá dice que es un cuento muy bonito de príncipes y princesas y que puedes ayudarme a descubrir a la bruja - Qué sarcástica la cuñada.
-¿Quieres un trozo de tarta?- le pregunta por desviar la conversación de la postal.
- No. Tenemos que esperar a los otros-. Y se tapa la boca con las manos en un gesto de haber dicho algo que no debía.
<<¿Otros?>>. El timbre de la puerta las sorprende, suena insistentemente como si alguien se hubiera dejado el dedo pegado en el interruptor.
-Abre, abre, soy Lucía-. Su amiga cargada con dos bolsas. Que sentido tiene llamarla para ir de tiendas si ella le trae la compra a la casa.
-Como pesan.- Saca una botella de cada bolsa.- Mételas en el congelador vamos a despedir a los treinta como se merecen.
Y entra en el salón sobre sus tacones de 10 cm, con la seguridad de saber el camino.
-Si está aquí Verbena. Dame un besito. Que conchas tan bonitas tienes.
Ana regresa al salón y escucha como la niña cuenta que en la cara interna de cada concha hay una letra que ella ha escrito.
-¿También con chocolate caliente?- le pregunta Ana.
-No, con rotulador. A Verbena le sorprende lo torpes que son a veces los adultos.
-Es un puzzle. Mamá me ha ayudado.
Una a una coge las conchas, las coloca boca arriba hasta formar la frase.
FELICES 40” 
La niña, que hace poco ha aprendido el abecedario las mira orgullosa, sabe que ha hecho algo importante y quiere que reconozcan su mérito porque todavía no sabe leer. Ana,  hipocritamente,  premia el esfuerzo de la niña con un abrazo y  un fuerte beso, aunque en realidad quisiera tirar las conchas al mar, o en su lugar a la basura.
-Mira lo que encontré ayer en un cajón- Lucía enseña a Ana una foto, otra secuencia del pasado. Ana soplando las velas, un tres y un cero sobre un donut rosa, su amiga a su lado muy sonriente.
-Daniel era el fotógrafo- sigue Lucía recordando -Nos parecía tan mono. Hasta que nos confesó que quien verdaderamente le gustaba era tu hermano.
-¿Papa tenía novio?.- las interrumpe Verbena con cara de sorpresa.
Las dos amigas ríen, ellas solían fantasear con lo que habría podido ocurrir la noche que el hermano de Ana se emborrachó y terminó durmiendo en la casa de Daniel.
-¿Tienes novio?- pregunta Verbena a Lucía.
-Sí, tengo dos.
-Eso no puede ser. Entonces tendrás que casarte con uno- argumenta la niña.
-No, porque así puedo disfrutar de los dos.
-Ah! es verdad- exclama Verbena abriendo mucho sus grandes ojos negros. <<Debo recordarlo para cuando sea mayor>>

Escuchan cantar “Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz...”y aparecen en el salón su cuñada que trae la tarta adornada con una gran vela encendida de Dora la Exploradora, detrás su novio, intentando descorchar una botella de champán y su hermano cargado con copas.
-Cariño he ido a comprar la vela- le explica su cuñada acercándole la tarta para que sople, miéntras, Lucía le hace una foto con el ifhone y Verbena aplaude y grita bien.
Ana se siente abrumadoramente feliz, su angustia se ha esfumado como la llama de la vela. No es tan malo cumplir años, y su cuñada ha tenido un detalle, con suerte en la foto no se apreciará, debajo de la vela de Dora, el 40 pintado con chocolate caliente.




No hay comentarios:

Publicar un comentario