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jueves, 3 de mayo de 2012

-Relato 2 de Inmaculada Sanchez

RELATO 2

            Durante las vacaciones de semana santa he acudido nuevamente junto a Luis pues, aparte de que somos amigos, desde que lo dejó con Germán su corazón está sediento de amor y de calor humano.
            Mientras el avión iba despegando del aeropuerto de Sevilla, experimentaba un profundo cosquilleo y después...¡ah...!, la liberación..., esa sensación de volar por encima de todo y, tras las pequeñas ventanas, las casas, campos y coches, minúsculos hasta perdernos, los viajeros del vuelo VY 2374 rumbo a Tenerife Norte, en un mar de nubes...
            En cuestión de tres horas aterrizamos en el aeropuerto de “Los Rodeos”, y, allí, me esperaba la acogida calurosa y sincera de Luis...
            Pregunté por Héctor, su nuevo amor, aunque ya sabía la respuesta: estaba “haciendo su vida”...
            Recogimos el Alfa Romeo Deportivo del aparcamiento del aeropuerto y ¡a casa!, mientras mis sentidos se aclimataban: a la nueva temperatura, los nuevos olores, colores, y paisajes, de la tierra canaria, mientras, en el radiocd, una canción de los sabandeños:”quiero que el mar me lleve pa las Canarias...”.
            Observaba a Luis mientras le bombardeaba con las últimas noticias de la península, sobre todo, las relacionadas con la vida de Germán...,mientras Luis conducía, el aire ausente.
            Al llegar a la Quinta Roja, en Santa Úrsula, la acogida fue fabulosa por parte de los amigos de Huelva que viven enfrente y, al entrar en la casa, otra vez esa lucha de Luis por aparentar normalidad cuando lo que ya estaba siendo habitual en él era esa indiferencia fruto de una apatía emocional-Germán se lo llevó todo-.
            Se dirigió a Héctor que estaba enfrascado, como siempre, en el televisor. Le reprochó su frialdad para conmigo, su indiferencia.
            Héctor miró cansinamente a Luis y me saludó sin mucha gana, no tanto por verme sino por sentirse coaccionado por él...
            Después de acomodar las cosas y descansar un poco, me dirigí a Luis en un aparte, y le pregunté que por qué aguantaba esta situación, que adónde quería llegar con una persona que le había demostrado anteriormente que no le quería –había llegado de Colombia “dejándolo todo” pero pasando a mejor vida-. Sin que me contestara Luis y por la mirada de tristeza profunda que me dirigió con sus grandes ojos verdes, comprendí la inacabable e incondicional apuesta de Luis por el género humano y , aunque objetivamente nadie en nuestro entorno lo podía comprender, ahí estaba Héctor: como un niño caprichoso,diríase alguien a quien ha tocado la lotería y no sabe en qué gastar el dinero...
            Una tarde fueron a pasear al pueblo de Santa Úrsula y, en un velador, mientras Luis terminaba de pagar la consumición, levantó sus hermosos ojos verdes y preguntó a Héctor si estaba o no  enamorado de él...; éste respondió que lo estuvo, hacía tiempo, pero que entre ellos sucedieron cosas sque fueron levantando entre ambos un muro insoslayable..,y empezaron los devaneos nocturnos de Héctor, y los reproches de Luis, y las quejas del primero porque el segundo “quería hacerlo a su imagen y semejanza...”
            Entonces Luis explotó y dijo a Héctor que si no les unía el amor, debía marcharse, porque estaba aprovechándose de él y entonces...,¡oh Dios...!, Héctor:”¿quién se aprovecha de quién, Luis...?”.
            Y fue la tensión , y el rechinar de dientes, y la vuelta a casa caminando juntos pero cada uno muy, muy lejos del otro...
            Un día fueron a las piscinas naturales de Martiáñez, en ellas el agua de mar va entrando naturalmente en unos grandes compartimentos.
            Héctor como siempre se estaba quejando: que si el agua está muy fría, que si...; se levanta en un momento dado a beber cerveza-él solo- a uno de los chiringuitos del recinto, y no volvía, y reinaba el temor, y la desconfianza, en los ojos de Luis...; entonces se levantó a buscarlo, estaba solo y lejos de él, como siempre.
            Y de nuevo la discusión: “tienes que irte, Héctor...”.
            Luis se preguntaba por qué quiere quedarse, a pesar del desamor, a pesar de tantos dimes y diretes...Héctor se defiende diciendo que él no es moneda de cambio, ahora te intereso, ahora no...
            Transcurrieron los días y volví a Sevilla. He vuelto, junto a Luis, este fin de semana, ahora en Madrid. No está Héctor y pregunto por él: se halla en Algeciras, con su prima.
            Le pregunté a Luis por qué no se va, por qué se queda: todo el mundo se hace esa pregunta.
            Y Luis: quiere que le paguen el máster. Y me pregunto: “¿ a qué precio...?”.

1 comentario:

  1. Inma: el narrador testigo tiene que ir con el personaje, no sólo conocer la historia porque se lo cuenta el otro. En ningún momento ha dejado de ser ella la protagonista.

    Y, mira: en la frase: "Transcurrieron los días y volví a Sevilla. He vuelto, junto a Luis, este fin de semana, ahora en Madrid. No está Héctor y pregunto por él: se halla en Algeciras, con su prima. Le pregunté a Luis por qué no se va, por qué se queda", se pasa del pasado al presente y del presente al pasado. No sabemos desde qué punto histórico es narrada la historia.

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