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jueves, 24 de mayo de 2012

-Relato 3 de Julian Rabadán


Axel está inquieto. No sólo porque al levantarse haya sentido que algo iba a pasar, sino que además Marco le ha llamado a primera hora de la noche para decirle que ira a buscarle a su casa. No ha notado nada especial en su tono de voz, ni  tampoco era raro que venga a buscarle. Ya ha pasado algunas veces, aunque normalmente se encuentran en un bar a mitad de camino de los refugios de cada uno. Ni siquiera tiene hambre. No es que haya comido hace poco, pero la sensación de inquietud le ha caído encima como un jarro de agua fría. Se da una ducha de agua caliente, esto siempre le ayudaba a despejar la mente, y se pone un traje negro con la camisa a juego. Lleva una corbata roja color sangre un  poco suelta y el botón del cuello también suelto. Se mira en el espejo y le gusta como le queda el conjunto.
Mientras ve las noticias en el ordenador, Marco llama a la puerta. Axel se queda aún más frío de lo normal al verlo, él lleva un traje, con camisa y corbata.  Marco en cambio, lleva una camiseta de promoción de una saga de películas de quinceañeras sobre vampiros adolescentes, vaqueros rotos con un cinturón con una hebilla de Batman, zapatillas y el pelo despeinado. Remata el conjunto, un colgante con un pequeño murcielaguito seguramente de latón.  Axel está a punto de preguntarle “¿En serio?” pero se ha quedado tan atónito que no puede ni articular palabra.
-          Bueno ¿estás listo? ¿nos vamos? – Preguntá Marco con voz vivaracha. – Y cierra la boca que estropeas el conjunto del traje que te ha costado una hora elegir.
A Axel le gustaría contestarle algo ingenioso pero Marco ya ha salido por la puerta hacia el ascensor.
-          ¡Hey! Espérame – Dice Axel cogiendo las llaves antes de seguirle.
La noche está estupenda, sin frío ni calor, una brisa agradable anima a pasear. A Axel le encanta la ciudad, el ruido del tráfico, cruzarse con todo tipo de gente. Es un urbanita recalcitrante y cuando mira a Marco se da cuenta de que en cierta manera aún le cuesta adaptarse; es de otra época en la que no había tanto bullicio en las calles ni tanto ruido pero aun así no se deja abrumar, es algo que admira de él desde hace poco, ha empezado a apreciarle. Axel se da cuenta de que no sabe a dónde van, además están andando con paso ligero como si siguiesen algún objetivo. Decide interrogar a su maestro para saber a dónde se dirigen.
-          ¿A dónde vamos? – Le preguntó a Marco.
-          ¡Ah! eso es algo que sé yo y que tú verás a medida que avance la noche.- Marco sonríe con malicia encantadora.
A Axel le pone nervioso aquello, nunca sabe que esperar de Marco. Es demasiado complicado para él. Desde la primera noche en la que se conocieron, él ha podido leer la mente de las personas como si fuesen periódicos, pero la mente de Marco está cerrada completamente a él y aquello no le gusta nada.  Recuerda aquella primera noche como si se le hubiese grabado a fuego, alguien le había encerrado en un ataúd… la desesperación le hizo comenzar a gritar y a golpear la tapa, la cual apenas se movió. Tardó varias horas en conseguir romper la tapa con las manos desnudas y abrirse paso a través de la tierra, no sabía cómo pero de alguna parte de su interior sacó una fuerza que desconocía. Lo único que ocupó su mente durante todo el proceso fue sobrevivir, escapar. Lo primero que vio cuando se abrió paso a través de la tierra fue a Marco sentado en el suelo con una sonrisa y una pala a sus pies. No sabía cómo pero sabía que él había sido el que lo había encerrado. La ira se apoderó de él pero le parecía tan hermoso, tan bello, tan irresistible que se diluía hasta quedar como un eco muy lejano. Cuando se puso en pie, se dio cuenta de que estaba junto a otras seis personas, pero algo lo dejo frío: sus sentidos le decían que ninguno de ellos respiraban, a diferencia de Marco a ninguno de ellos se les movía el pecho, todos estaban cubiertos de tierra, pero ninguno sudaba. Entonces la tierra se abrió bajo sus pies, él tampoco lo hacía.
De improvisto parece que han llegado a su  destino. Axel se ha quedado perplejo.
-          ¿Venimos aquí?- Pregunta incrédulo al ver que están delante de una librería.
-          Sí, cuando entremos lo entenderás.
La biblioteca tiene el aire acondicionado puesto, el cambio de temperatura le agrada. Las luces amarillas y la disposición de las estanterías hacen que aquello se parezca más a un supermercado que a una biblioteca, pero es la nueva forma de vender las cosas. Los locales pequeños y familiares han muerto para dejar paso a grandes superficies en los cuales el que te atiende no tiene ni idea de en qué trabaja y sólo sabe pasar el código de barras por el detector y con suerte no se equivoca en la vuelta.  Marco se dirige como poseído a un par de sillas que quedaban libres y entonces Axel lo entiende, hay una lectura de la autora de novelas de vampiros de quinceañeras debido al estreno de un nuevo libro de la saga que la están haciendo millonaria.
-          ¿En serio?-  Le pregunta Axel arqueando una de las cejas.
-          ¡Shiiiss! que no me dejas disfrutar.-Le manda callar a Marco.
No puede creerse que aquel chico que está disfrutando como un niño sea el mismo que conoció en aquella noche hacía ya unos diez años. Aquella noche en la que había sido enterrado vivo, Marco se puso en pie cuanto él salió de la tumba y dijo:
-          Perfecto el benjamín acaba de llegar. Ya estamos todos. Para el que no se dé cuenta estáis no vivos, y al final sólo quedará uno de vosotros o incluso puede que ninguno. – Aquello resultó más aterrador porque lo decía mientras sonreía.
Entonces a todos les llegó el olor de la vida, el viento se lo traía, no estaban demasiado lejos, detrás de algunos árboles había una pequeña casita y alguien estaba durmiendo allí. Axel captó casi el olor de una familia entera. Tenía ganas de salir corriendo hacia allí, desgarrarles la garganta con los dientes, llenarse la boca, y calmar la tremenda sed que tenía. Aquello le golpeó casi como una bofetada que hizo que se calmase ¿Cómo podía pensar en matar a alguien? Antes de que se diese cuenta, uno de ellos siete salió corriendo hacia donde estaba la casita, podía ver en sus ojos que la sed lo dominaba completamente, no era un hombre era una bestia hambrienta y nada podría pararlo. Pero Marco se movió más rápido de lo que ningún hombre podía, un instante antes estaba delante de ellos seis y al instante después estaba delante del que corría. No sabía cómo pero en la mano tenía la pala, si no fuese porque le pareciese imposible, habría dicho que había vuelto a por ella y regresado a donde estaba en el tiempo que el otro daba un solo paso corriendo. Estaba sin palabras, Marco golpeó tan fuerte al corredor con la pala que sus sesos llegaron hasta donde estaban ellos. Marco cogió el cadáver por una mano y lo llevó hasta donde estaban ellos.
-          Bueno, uno menos, enterrad a vuestro hermano y luego seguiremos con las presentaciones.- Seguía sonriendo y eso era algo que a Axel le daba miedo. Pero era el ser más hermoso que había visto nunca y  su más pequeño deseo era casi una orden para él. Así que empezó a cavar, no tenía pala y no se atrevía a pedírsela, tuvo que usar las manos tardaron bastante en conseguir cavar y volver a enterrar a ese pobre desgraciado.
Le saca de su ensimismamiento los aplausos a la autora, enseguida se forma la cola de quinceañeras que quieren que les firmen el nuevo volumen. Bueno, “quinceañeras y Marco” piensa resignándose. Axel le acompaña en la cola. Cuando llegan a la mesa Marco sonríe a la autora, y empieza a alabarla y a comentarle lo mucho que le gustan sus libros. Axel piensa que ella parece más sorprendida por ver que un hombre, y además de esa edad,  pidiéndole un autógrafo. Cuando Marco termina de darle las gracias por firmarle el libro, Axel se queda mirándola. Le asalta la idea de qué sería lo que ella haría si tuviese un vampiro de verdad delante. Él le sonríe y ella le devuelve la sonrisa, “es sólo un chico guapo que ha acompañado a un amigo a una firma de libros” piensa él y va a reunirse con Marco. La situación le parece sumamente cómica.
-          ¿Qué te ha parecido?- Le pregunta Marco con ojos brillantes de emoción.
-          Bien, ha estado… bien –Marco se le queda mirando un segundo. Parece que le  satisface la respuesta– Y ahora ¿a dónde vamos?
-          Sigamos pues.
Vuelven a sumergirse en las calles otra vez  al acecho de una presa que Axel no conoce.
-          En qué piensas. –Le pregunta Marco. Desde su transformación tampoco podía leer la mente de Axel. Axel se queda de piedra “¿en qué pienso?” Se pregunta a sí mismo.
-          A parte de que en que no soporto que no me digas a donde vamos, en la noche en que me convertiste, y en los otros seis que convertiste junto a mí. –  Marco se queda quieto mirándolo desde detrás, se acerca a Axel y lo besa.
-          Por eso siempre fuiste mi favorito, benjamín, y me habría decepcionado si no hubieses sido tú.
Axel piensa que miente, pero le agrada que sea cariñoso para variar. Es muy curioso, en vida Axel había salido con algunas chicas, pero esto es algo completamente nuevo. Desde  su conversión ya no veía hombres y mujeres, sólo veía personas, belleza, ahora captaba mucho más en el mundo y de una forma más intensa y lo que más le gusta del mundo, es Marco. Es prácticamente el aire del que respira, lo que le hace despertarse cada noche. Se siente como un niño al que le están enseñando el mundo. Se necesita la sangre para vivir, y beber es mejor que el sexo. Pero si  beber es sexo, Marco es el sol.  Es curioso, esta noche está muy profundo.  Entonces llegan a una tienda de cómics.
-          ¿En serio?
-          Cariño, Axel, creo que hoy  tu vocabulario se ha reducido mucho. –Marco lo deja atrás mientras entra en la tienda de cómics.
-          Diantres, como es.
Axel le sigue al interior de la tienda. Es pequeña, de las que le gustan, el tendero está  hablando defendiendo una explicación ante un cliente frente a una estantería que muestra las novedades del mes. Marco está metido entre los distintos cajones buscando entre ellos algún número. Axel se entretiene viendo los juguetes y muñecos que hay en los distintos expositores.  Se pregunta si ellos seis habían sido como juguetes para él.  Les enseñó a comer, a dormir, a moverse como una sombra... Después de un rato que a Axel le parece insufrible donde Marco entra en la conversación con el tendero y el otro cliente, por fin le cobra los cómics que ha seleccionado cuidadosamente Marco y que Axel paga.  Al pagar ve que entre los comics varios son de Drácula, le parece curioso porque no sabía que hubiese cómics de este personaje. Una vez le preguntó a Marco si había existía alguna vez y la respuesta fue que había conocido a varios que se hacían llamar así.
-          Corre que vamos a llegar tarde. –Lo apremia Marco.
-          Si  tenías prisa no entiendo por qué te has quedado tanto rato hablando con el dependiente. – Le espeta Axel.
-          ¿Qué dices? Pero si esa es la mejor parte.
La contestación de Marco le confunde, pero tienen suerte y llegan a tiempo. Axel no sabe cómo no se ha imaginado cual era la película que Marco quería ver, un ciclo en el que proyectaban “Nosferatu” y “La sombra del Vampiro”. Hoy le ha dado fuerte por este tema. Las películas están bastante bien. En vida Axel nunca había sido fan del género de terror pero ahora las encuentra románticas. Entiende como hay gente que ama el género.
Cuando salen del cine queda poco para que amanezca, y Marco insiste en que vayan a su piso. Es más grande que el de Axel. La decoración le sorprende nada más llegar, es ecléptica, llena de piezas que parecen haber sido sacadas del tiempo como el propio Marco.
-          Mira esto. – Le dice mientras lo lleva a una puerta de madera noble. –Entra, vamos.
Axel se queda boquiabierto, la habitación está llena de miles de cosas de vampiros. Desde la novela que acaban de firmarle, que coloca con sumo cuidado, hasta una primera edición del Drácula de Bram Stoker. Axel pasea por la habitación sin dejar de asombrarse de la cantidad de cosas que Marco tiene allí: muñecos, películas, póster, y libros tan antiguos que sus páginas parecen quebrarse con el más leve contacto.
Marco sale de la habitación y va a sentarse al sofá de cuero negro en frente de la chimenea.  Axel sigue sin terminar de acostumbrarse al fuego, una de las cosas  que puede acabar con ambos en cuestión de minutos, pero se sienta junto a él.
-          Es curioso que esta noche te hayas acordado de los otros 5 con los que te convertí. –Comienza a decirle.
-          Querrás decir 6 – Lo corrige Axel. No puede apartar la mirada de él, sus ojos negros lo atraen, no sabe cómo de viejo es, pero parece que puede hundirte en la sabiduría de su ser, y eso le estremece.
-          Solo cuento 5 porque el primero se comportó como un animal ¿Te acuerdas de todos?
-          Si, tú acabaste con todos bueno o casi. Estaba el que no se creyó lo de la luz del sol, el que quiso contárselo a su familia, el loco, el que te intentó matar y ella.- Al mencionarla a ella siente un pinchazo en el corazón.
-          Eres injusto conmigo, además a ella la mataste tú –Marco tiene razón, al final sólo habían quedado Axel y la chica. A Axel le torturaba ella, le parecía que era la favorita de Marco y sintió celos, unos celos vehementes que jamás supo de dónde vinieron y cuando se dio cuenta, ya la había quemado. Le habría gustado poder llorar por lo que había hecho, pero parte de ser lo que ellos eran, lo hacía imposible. A diferencia de los demás, él y la chica habían aceptado su nueva condición como lo que eran, sólo eso, una nueva forma de existir, depredadores, pero nunca lo vieron como una maldición.
-          Sí, tienes razón. Yo la maté pero ¿Por qué quieres recordar cosas tristes? Ya han pasado más de diez años y hemos estado genial tú y yo solos ¿No? ¿Qué te pasa hoy que estás tan misterioso?
-          Ah mi querido Axel – Marco nunca usaba su nombre, siempre usaba para él apelativos cariñosos y esto lo preocupa –. Tengo que hacer algo doloroso y quería disfrutar de dos cosas esta noche, de tu inocencia, que tanto me gusta y de mis aficiones favoritas. Quería por un momento dejar de pensar en las tristes palabras que tengo que pronunciar amor mío. Lo siento pero se terminó.
Axel no puede procesar lo que  Marco acaba de decir.
-          Lo siento querido, estos años han sido maravillosos, pero se acabó. Estás listo para estar solo, para volar por el mundo sin mi manto protector.
-          No – Axel se niega a creer lo que acaba de escuchar. Tiene que ser una broma. Pero cómo puede serlo si él no está sonriendo con esa dulce sonrisa que él tanto ama.
-          Axel querido no seas así, has aprendido casi todo lo que puedo enseñarte, no te pasará nada malo –Cada palabra de Marco es una estaca clavándose en su corazón, no existe un mundo sin él y tiene que hacérselo comprender.
-          Pero yo quiero seguir contigo –Las palabras no le salen de la garganta. Tiene que hacérselo comprender, deben estar juntos para siempre.
-          Axel somos animales territoriales y ya está, no podemos seguir juntos. –Su voz es tajante.
 Axel hace algo que jamás pensó que haría, se lanza hacia él para intentar herirlo. Quiere que sufra como él está sufriendo. Le arañó la cara y empieza a brotar sangre. Marco no se mueve, Axel golpea a Marco y sin más se detiene e intentó echarse a llorar pero de su garganta sólo sale un quejido casi inaudible que pregunta “¿por qué?”. Por qué lo había convertido para dejarlo solo, por qué le hacía esto. Que patético es el hombre trajeado llorando como si fuese un niño, es lo único que puede pensar.
-          Amor mío –Le dice Marco, Axel sabía que esto es mentira– los nuestros viven mucho, pero hay una cosa de la que nadie se da cuenta, el peso de las décadas hace que la vida nos parezca insulsa, sin gracia, sin importancia. Muchos son los que como yo tienen alguna forma de mantenerse activo, yo colecciono mis películas y mis libros, y esto nos hace querer seguir viviendo un poco más. Pero cuando la vida se hace imposible, cuando de lo que eras no queda nada y el mundo en el que vives no reconoces nada, sólo tienes oscuridad a tu alrededor. Mi maestro me convirtió por capricho, me robó la vida pero tú, amor mío, me la has dado. Has conseguido que tenga de nuevo ganas por vivir y he vuelto a ser feliz. Y siento que mientras tú estés en  este mundo, yo lo poblaré eternamente. Sí, te convertí por egoísmo, para alargar mi vida y podrás culparme siempre por ello, pero a diferencia de mí, tú eres de una época en la que todo es velocidad y cambio, no sufrirás el encontrarte atrapado en un mundo que no conozcas. Se acabó Axel, me has dado la vida pero me tengo que alejar de ti, porque somos animales muy territoriales y si sigues en el mío te matare. Espero que lo comprendas amor mío.
     
     Axel se pone de pie como puede, y sale del apartamento de Marco. Le gustaría poder llorar, sabe que sus palabras están vacías y no son más que excusas, pero se promete que aquella será la última vez que lo vea. Sólo le queda una duda y es ¿y ahora dónde voy a vivir?

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