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miércoles, 16 de mayo de 2012

-Relato 4 de Julián Rabadán


El sol estaba alto en el cielo cuando aquel extraño objeto volador aterrizó en la huerta de Genaro aplastando hortalizas a diestro y siniestro. Genaro, hombre de campo de toda la vida, había tenido siempre un carácter curioso, pero tranquilo. La tranquilidad había sido siempre su premisa en la vida y esta vez no sería diferente. Así pues, salió de casa con la boina y la garrocha,  una para evitarse el sol y la otra para ayudarse a caminar.
Del extraño objeto salieron dos figuras y Genaro se dirigió hacia donde estaban para saludarlas.
- A las buenas de Dios. –Dijo Genaro con voz amable y tranquila-. ¿Qué se les ofrece? Y si no es mucho importunar ¿podría mover eso de encima de mis papas? –Genaro había señalado con uno de sus curtidos dedos al objeto metálico que estaba detrás de las dos figuras.
- Detente humano. Soy el Capitán LLev, de la armada imperial del supremo planeta &!$4%= - X y éste es S3-E3, que hace las veces de interprete y experto en vuestro planeta. Identifícate.
- Mi nombre es Genaro Usillos Martínez, “pa” servirle, aunque mis amigos me conocen como “er  Clavo Chico”.
- Bien “Er Clavo Chico” Llévanos ante tu líder. –Le ordenó el Capitán Llev.
- Es solo “Clavo Chico” ¿Qué quiere decir con lo de mi líder? -Genaro estaba confuso ante qué era  lo que querían aquellos dos.
- Se refiere a la persona que guía con sus designios tu forma de vida. -Le tradujo S3-E3.
El capitán Llev miraba sobre los veinte centímetros que le sacaba al hombre con cierto desprecio esperando una mueca de terror ante su presencia o por lo menos de sumisión, pero el hombrecillo seguía impasible mirándolo con curiosidad.
- Lo siento –Respondió Genaro– Pero mi señora está en misa.
Llev miro a S3-E3 buscando una aclaración a la respuesta que le acababa de dar aquel individuo.
- No. -Comenzó a decir S3-E3  haciendo un gesto con la cabeza-. Se refiere a la autoridad que rige su grupo o población, no al ser intrínseco que rige su vida en especifico.
- ¡Aaahh! Usted se refiere “ar señó” alcalde. –Genaro asintió con la cabeza como si comenzase a entender el extraño idioma de aquellos dos–. Tienen que ir al pueblo. Es fácil,  el Ayuntamiento está al lado del bar “del cara huevo”, pone “casa Manolo”.
Llev se le volvió a quedar mirando como si acabase de hablar en un idioma extraño de gruñidos y ladridos. Se preguntó si su traductor universal estaría roto. Llev miró al experto en el planeta en busca de ayuda. La respuesta de éste fue encogerse de hombros.
-¿Le importaría acompañarnos hasta allí? –Preguntó amablemente S3-E3.
- ¿Es que te has vuelto loco? Hemos venido a conquistarlos, no a hacernos sus amigos. Te exijo que nos lleves ahora mismo ante ese que has denominado como “ar seño alcalde” o procederemos a tu inmediata destrucción. -Llev trataba de conseguir mantener la autoridad en aquel proceso que le estaba pareciendo tan tedioso.
- Bueno pero primero tienen que quitar esa cosa de encima del "sembrao".
La cara de Llev era de completa incredulidad, aquel mono sin pelo se estaba rebelando. Pero  S3-E3 le hizo un gesto para que se calmase y se dirigió al platillo. Después de unos minutos que a Llev le parecieron eternos la nave se movió y fue a colocarse un poco más alejada, dónde le indicó Genaro que no molestaba. Cuando S3-E3 terminó, comenzaron a andar siguiendo a Genaro. Extrañamente se dirigieron hacia una construcción que había cerca.
- Tengo que ir a la casa a por las llaves del coche. – Se excusó Genaro–. Cuidado con esa catalina de vaca.
- S3-R3 ¿Qué es una cat…? -Pero Llev lo descubrió antes de terminar la frase cuando hundió el pie en ella.
- Creo que se refería a la deposición animal donde acaba de meter el pie Señor.
- No me digas... –La furia inundaba la cara de Llev–. Diría que estás disfrutando de todo esto.
- Pero hombre si se lo he avisado… ande, arrastre el pie por la hierba mientras voy a buscar las llaves.
S3-R3 se reía sin complejos. Le parecía sumamente divertido ver al poderoso capitán Llev arrastrando el pie por la hierba para limpiarse. La misión que tenían era hacerse con el dominio de aquel núcleo de población tan pequeño e ir subiendo poco a poco hasta llegar a dominar el mundo y de esta forma, se evitarían el mayor número de bajas en la conquista de la tierra. Lo que seguro que no se esperaban en &!$4%= - X era que el principio fuese tan accidentado.
- Bueno, creo que ya me he limpiado lo suficiente Para de reírte. –Llev  tenía los nervios crispados, no le gustaba como había comenzado todo y  además hacia un calor insoportable–. ¿Te fías del terrícola? ¿Cómo sabemos que no nos atacará cuando salga o que está avisando a alguien? ¿No hace demasiado calor?
- Señor, hasta ahora no parece hostil, y en cuanto he movido la nave que era lo que parecía que le molestaba parece que no hay más problemas.
- Eres muy confiado S3-E3. Mantente alerta.
- Bueno señores ya podemos irnos. –Dijo Genaro, ya con las llaves del coche.








- Te dije que intentaba matarnos S3-E3. -El viaje en el coche de Genaro había sido horrible para Llev. El traqueteo, el camino, los asientos sin sujeción, la falta de aire acondicionado… Aquello era una maquina de tortura.
- Señor no sea así, ha sido muy amable al traernos hasta aquí. Además, el viaje no ha estado tan mal.
- ¿Qué no ha estado tan mal? ¿En serio…? ¿No ha estado tan mal? –Los ojos de Llev parecía que se salían de las orbitas.
En medio de la discusión volvió Genaro con la cabeza gacha.
- Lo siento mucho, pero al parecer el Alcalde está en su casa enfermo. –Dijo Genaro sintiéndose culpable.
- ¿Cómo que el alcalde está enfermo? -Le preguntó Llev fulminandolo con la mirada.
- No lo sé -Genaro empezó a explicar que cuando había entrado sólo estaba el conserje, quien le había dicho que el Señor Alcalde llamó esta mañana para decir que estaba enfermo y que hoy no venía.
- Llévame ante ese al que llamas “conserje”. Parece tener algún tipo de autoridad si el “ar Seño Alcalde” lo llama para no acudir.
- ¿Qué? -La mente de Genaro era un caos después de lo que acababa de razonar Llev en voz alta.
- Quiere que le lleves a ver al “conserje”. –Explico S3-E3.
- ¡Ah! Sígame señor Llev.
- Es Capitán Llev, humano. –Le espetó iracundo Llev.
En el interior, la tranquilidad y la quietud reinaban, lo único que rompía levemente la armonía era el pasar de las páginas del periódico del conserje.
- ¿Siempre esta tan tenso Señor Llev? Debería relajarse un poco. Aquí no conseguirá gran cosa poniéndose nervioso o con prisas, cada cosa necesita su tiempo. –El Capitán Llev parecía que  ya no hacía caso de lo que le decía Genaro, en cuanto vio  el periódico se dirigió hacia él con determinación. 
- Le exijo inmediatamente que se rindan en nombre del pueblo del planeta &!$4%= - X , si no hacen lo que les decimos, serán aniquilados–. La frase le había quedado bien pensó Llev. Pese  al calor, al leve olor desagradable que aún le quedaba, y todo lo que había pasado, seguía siendo un Capitán y le había dado toda la dignidad que necesitaba. Lo malo fue que la respuesta del hombre tras el periódico fue nula, lo único que hizo fue pasar la página del periódico y seguir leyendo–. Le he dicho…


- No Señor Llev, verá, es que Matías está un poco sordo hay que hablarle fuerte ya verá. ¡Matías! –La voz de Genaro sonó como sólo puede sonar la voz de alguien que ha vivido mucho tiempo en el campo. Matías respondió bajando el periódico y mirando sobre sus gafas– Aquí “er seño”  que quiere “parlamentá” contigo.
- Qué raros son ¿no? clavo chico ¿Qué son?  ¿Ingleses? ¿de esos hippies raros? – Preguntó Matías haciendo caso omiso de los dos desconocidos que lo miraban con la mandíbula desencajada–. A las buenas ¿Qué se les ofrece?
- Venimos a que se rinda inmediatamente a nosotros o serán destruidos. –Llev trató de elevar la voz todo lo que puedo pero Matías parecía que no le entendía bien–.He dicho que se rindan o serán destruidos. –Esta vez la voz de Llev si llego a Matías pero no le quedó tan digno como a él le hubiese gustado.
- "Pos" me rindo ¿Qué más quiere? –Matías quería terminar con aquello y volver a su lectura.
- No, usted no, lo que queremos es que el pueblo entero se rinda. –Le explicó S3-E3, por alguna extraña razón a él Matías lo escuchaba perfectamente sin que levantase la voz.
- Es que yo no tengo autoridad para rendir el pueblo. El único que la tiene es el alcalde y está malo, “a sabé” cuándo volverá.
- ¿Qué? ¿Lo dice enserio? –Preguntó el capitán desgañitándose por la desesperación, tanto que Matías lo escuchaba perfectamente–. Y ahora ¿Qué hacemos?
- Bueno podrían ir a ver al médico para que les  diga cuanto tiempo estará malo  “er señor alcalde”. –Dijo Matías tratando de ayudar.
- ¿Y dónde podemos encontrar al médico? –Pregunto S3-E3.
Genaro miró el reloj de su muñeca e hizo un gesto con la cabeza indicando el local de enfrente del Ayuntamiento en cuya puerta rezaba “Casa Manolo”. Los tres se dirigieron al bar. En el interior un camarero lavaba los vasos mientras el que debía ser el afanado “Manolo” estaba hablando con un grupo de señores sentados en una mesa jugando al dominó.
– A las buenas de Dios. –Voceó Genaro al foro, teniendo como respuesta un “eeehhh” general. – Doctor, aquí estos amigos venían a ver “ar Señó Alcalde” y nos ha dicho Matías que está enfermo.
Uno de los hombres de pelo blanco y con gafas arqueó una ceja y colocó sonoramente una ficha de dómino en el juego antes de comenzar a hablar.
- Así es. Hasta dentro de dos días o así le he recomendado que no salga de la cama.
 - Pero eso no puede ser, hemos venido a por su rendición, no podemos perder dos días. –Las palabras del Capitán Llev sonaban como sin intentase reclamar al médico que su plan no avanzase por su culpa–. Iremos a su casa y le exigiremos que se rinda.
- No se lo recomiendo. –Volvió a hablar el doctor–. La verdad es que tiene un catarro muy virulento, como hable con él, ya puede ir pensando en pasarse una semana en cama sudando.
Pareció que el doctor había dado con las palabras exactas, a Llev desde que había llegado le había molestado el calor, todo aquello del sudor le parecía sumamente asqueroso, sólo deseaba quitarse la piel a tiras y deshacerse de aquello de forma rápida. S3-E3 lo miró esperando su decisión.
- Bueno creo que deberíamos hacer caso al doctor así que esperaremos un par de días hasta que “el seño alcalde” este recuperado. –La sentencia pareció satisfacer a los cuatro componentes de la partida, al camarero, al dueño, a S3-E3 y a Genaro. Todos asintieron con un gesto de la cabeza.
- Entonces ¿Qué hacemos mientras? –Preguntó S3-E3 confuso.
- ¿Qué crees que vamos a hacer? –Le respondió Llev intentado pensar en algo rápido para no quedar mal delante de los parroquianos que pronto serian sus súbditos–. Vamos a…
Hizo una pausa sin saber que decir, para todos los demás pareció una pausa dramática.
– ¿Por qué no vais a conocer el pueblo? –Comentó uno de los participantes de la partida.
– Sí “er Guindilla” tiene razón. Podrías conocer el pueblo ¿puedes llevar a los dos guiris, no “Clavo Chico”? –Comentó el dueño del bar.
Al Capitán Llev le gustó la idea del “er Guindilla”, aunque no sabía a qué se refería el otro.
- Sí, es una buena idea. Clavo Chico llévanos a conocer el pueblo. Gracias por su idea  “er Guindilla”.
Llev y S3-E3 salieron antes de que nadie pudiese hablar. Genaro los siguió contento de su nueva función de guía. Pero la visita no duró mucho. Genaro decidió llevarlos primero a una bodega para que probasen el vino. Allí acabo la visita al pueblo. Después de un par de vasos de vinos de la tierra, decidieron que era muy buena hora para comer. Después de comer, Llev y S3-E3,  empezaron a sentirse muy cansados y probaron una tradición llamada siesta. Al despertarse era prácticamente de noche. La temperatura no tenía nada que ver, la brisa del mar llegaba hasta el pueblo e incitaba a relajarse sintiéndola contra la piel. La temperatura era tan agradable que decidieron, seguir descansado e ir a cenar tranquilamente  y seguir probando la gran variedad de bebidas dulces que producía el pueblo.
Cuando el Capitán Llev y S3-E3 se despertaron el dolor de cabeza era terrible y el calor volvía a ser sofocante. Ambos se despertaron con el olor extraño que llegaba. Genaro llegaba con un par de tazas de un líquido marrón.
- Como me duele la cabeza, ay madre ¿Qué nos traes? ¿Otra bebida ponzoñosa que destruya nuestras mentes para evitar nuestra misión? –Le espetó Llev con rencor pero sin maldad–. Ay ¿Cómo he llegado a esta cama? Lo último que recuerdo es que estábamos comiendo y pedí otra botella… y creo que me presentaste al alguien.
- Anda “Señor de las Vacas”, toma un poco. Seguro que te sentará bien. –Genaro tenía un tono socarrón en la voz. Pero tanto Llev como S3-E3 se bebieron las tazas que les ofrecía–. Te presenté al notario que al parecer es tan juerguista como vosotros.
- S3-E3 ¿de qué está hablando "Clavo Chico”?
S3-E3 volvió a meterse bajo las sabanas.
- Deja de hacer el perezoso tenemos una misión. –Pese a esto, el Capitán Llev también volvió a tumbarse en la cama.
- Capitán no hable tan alto que me duele la cabeza. –S3-E3 lloriqueaba mientras se llevaba las manos a la cabeza.– Por qué no se lo toma con tranquilidad hoy Señor.
- Sí, después de lo que montasteis anoche deberíais tomároslo con tranquilidad hoy, además  así podréis ir a ver a las chicas.
El capitán Llev abrió un ojo para mirar a Genaro y S3-E3 sacó la cabeza de debajo de las sabanas.
- ¿Chicas? ¿Qué chicas? –Preguntaron ambos al unísono, confusos y extrañados.
- Es verdad que no os acordáis de nada ¿eh? –La mueca de Genaro desconcertó aún más a los dos resacosos.
- ¿Qué pasó anoche? – La voz del Capitán Llev tenía una pizca de miedo.
- A ver, como tú dices te presenté al “torrijas” el Señor Notario, al que le gusta más una juerga que ganar dinero. Bueno, cuando os deje creo que llevabais la quinta botella o la sexta, la verdad es que perdí la cuenta. Tú –dijo mirando a Llev directamente– decidiste ir con el notario a que se te rindieran las vacas y hacerlo oficial claro está. Os metisteis en la casa de “er pichón” y por lo que me ha contado el Torrijas, no os fuisteis de allí hasta que conseguiste que las vacas se rindieran. Dice que después de eso ibas tan feliz que ibas dándole besos a todo el que te encontrabas. Cuando te trajo a casa querías que te cantase para que te quedases dormido.
La cara de Llev mostraba que le estaba costando terminar de asimilar lo que le decía Clavo Chico.
- Este –Continuo mientras hacia un gesto con la cabeza hacia S3-E3– decidió cantar fandangos y unirse a un tablao flamenco. –S3-E3 entornaba los ojos al escuchar estas palabras de Genaro recordando como si lo hubiese vivido hace muchos años y sólo le quedase un recuerdo borroso–. Por cierto el señor cura está enfadado con vosotros.  Al parecer sois tan divertidos que la hija de la Juana, la panadera,  y la  Paquita, se fueron con vosotros anoche. Y no se os ocurrió otra que estrellar la nave contra el campanario de la iglesia. Creo que no os excomulgó porque las chicas intercedieron por vosotros. Eso sí, os  comprometisteis a pagarle las reparaciones del campanario.
- ¿Qué? –El capitán Llev se había ido acordando de todo a medida que Clavo chico lo había estado contando pero no sabía muy bien qué hacer. Decidió negarlo todo–. Te lo estás inventado ¿cómo puedes saber todo eso?
- Lo sabe todo el pueblo, Doña Francisca se lo ha contado a mi mujer, y a ella se lo contó el párroco.
Llev nunca imaginó que los humanos tuviesen un sistema de comunicación tan bien diseñado.
- Pero vamos a ver, nosotros tenemos una misión. –Le retumbaron sus propias palabras en la cabeza. Con la resaca fue algo perturbador–. Tenemos que conquistar el pueblo.
- Señor –comenzó a decir S3-E3, no tengo ganas de conquistar el pueblo. La verdad, me lo estoy pasando bastante bien pese a la resaca. Y me apetece ir a la playa con Paquita.
- Está bien –Comenzó a decir Llev, al cual la idea de trabajar con el calor tampoco le apetecía demasiado y que tenía ganas de ver a Juana – Hoy iremos a la playa con las chicas, pero mañana nos pondremos a trabajar para conquistar el pueblo.
- Pero tenemos que pagar lo que ha dicho Clavo Chico de la torre de la iglesia. -Le recordó S3-E3. 
- Está bien –Reconoció el capitán Llev–. En cuanto paguemos la reparación del campanario, iremos al ayuntamiento y conquistaremos el pueblo. Después, las ciudades, después el país y después la tierra.
- Me parece bien, Señor de las Vacas –Dijo Genaro (el mote se le quedó al capital Llev desde ese día)–. Pero hoy el Inglés y tú os tenéis que poner crema para no quemaros en la playa. –Añadió Genaro mientras iba por la crema con una media sonrisa.
Así fue como el Señor de las Vacas y el Inglés llegaron al pueblo para conquistarlo. Aun hoy siguen allí. Después de pagar la torre, se casaron con las chicas, compraron unas casa, el bautizo de los niños, etc. Pero en cuanto terminen de pagarlo todo, irán al ayuntamiento para que el pueblo se rinda.

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