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viernes, 15 de junio de 2012

8º RELATO-Mª Angeles Macías Alegre

UNA DECISION INESPERADA
Samanta era una bruja y decidió antes de cumplir sus noventa años, que se instalaría durante un tiempo en una isla cálida y llena de cocoteros del Pacífico Sur. Celebraría su cumpleaños con una gran fiesta, reuniría amigos, familia y vecinos. No estaba acostumbrada al clima soleado, a los vientos húmedos del mar y la arena pero había una cosa entre todas que le fascinaba más que ninguna, el color azul y el verde esmeralda y el fondo del mar. Viviría junto al mar, los azules y los verdes  de las aguas del Pacífico serían para ella un gran disfrute como una visión infinita de sus colores predilectos, verdes y azules mezclados, cielo y verde vegetal y verde gema esmeralda unidos. Le gustaba disfrutar de los colores, mucho, tanto que se alimentaba de ellos, tenía un alma soñadora, su espíritu artístico le podía. Ver el mar del Pacífico Sur sería como contemplar extensos campos de azules lirios, azules pensamientos  ó  azules jacintos. El verde esmeralda de las aguas le relajaría profundamente y tal vez consiguiera algo que le faltaba, un pensamiento o un giro importante en su vida.
La casa estaba espectacular. El salón de celebraciones lo había llenado de sorpresas, iluminaciones cambiantes, piscinas azuladas, flores exóticas de agradable olor, mesas repletas de exquisitos platos. Había llegado el momento de las palabras, después de apagar las velas y probar las diferentes tartas, una diferente por cada año.-Me voy lejos y os echaré de menos pero he de irme, me marcharé a la gran isla de Hawaii y abandonaré la fraternidad de la brujería durante un tiempo, no sé por cuanto-su madre se desmayó y a su padre se le pusieron sus pelos anaranjados de punta.
Samael se estaba conteniendo, era un brujo serio y cumplía como tal el código de la “Brujería de la Buena Senda”. Estaba controlando como un buen maquinista la presión de su caldera, años le había costado. La mirada la tenía penetrante, el ceño fruncido, remarcado por unas cejas hirsutas de pelo anaranjado y su voz, terrible, de fuerte tono estaba contenida para no estallar; tenía a Samanta nerviosa.-Papi Sam es que, compréndeme yo necesito cambiar, mi vida está estancada no pasa nada interesante, me aburro-no paraba de moverse en el sillón.
-Pues Samanta yo pienso que son tonterías, paparruchadas en tu cabeza. Liberarte de la magia, renunciar, si renunciar  porque a eso quieres llegar para vivir una experiencia corriente con seres corrientes, humanos sin magia-“Mi hija tiene delante un futuro prometedor en la magia, ha destacado en sus estudios, se ha graduado como alumna sobresaliente y ha obtenido mención especial en la asignatura Elaboración de Fórmulas Orales, su entonación es perfecta”.
Sentada en la postura del loto, cambia cada instante la posición de sus piernas, estira sus brazos-“no va a ser fácil, convencerlos, no será nada fácil”-. La madre de Samanta la mira muy seria.-Pero hija escucha a tu padre préstale oídos quizás cuando renuncies pierdas tus poderes para siempre, estamos muy preocupados, qué será de ti, no sabes vivir sin magia-“Samael  huelo a pócima rara, creo que se me indigestará el pastel, Samanta trama algo”.    
-Por fín ha pasado todo, pobres papis iban tan tristes pero tienen que comprenderme, ellos también tuvieron noventa años e hicieron sus locuras. La abuela me ha contado cosas, también la tuvieron preocupada papi y el tio Petronio, ¡vaya viajitos conociendo mundo!-. Necesitaba profundizar en ella misma, conocerse para saber qué dirección le daría a su vida mágica.
Se había levantado de su extensa cama de sábanas azuladas.-He descansado requetebién-.La  mañana se presentaba esperanzadora y los buenos augurios planeaban como aviones de piruetas acrobáticas. Los augurios querían salir por todas partes, a través de chimeneas pequeñas también  de chimeneas grandes, introducirse por agujeros de pared: guaridas de ratones, oquedades para  guardar secretos y nidos de  lechuzas. Se escabullían de las habitaciones por las puertas entreabiertas,  amarillas rojas azules o verdes. Samanta estaba loca de alegría.“Las ilusiones nacen como flores que se deben aprovechar antes de que se marchiten”.

Tomando su desayuno en el comedor: frutas, tostadas y leche de soja, mira a su alrededor: la pared frente a sus ojos tiene azulejos caídos,  el suelo losas que se mueven, las ventanas hojas que encajan mal-y hace pequeños movimientos de no con su cabeza de bucles despeinados-. La casona de piedra un poco antigua, deteriorada pero interesante pedía a gritos una sesión intensiva de restauración. -Todo está como yo destartalado.Llamaré a los maestros masones para que le hagan una pequeña cirugía a la casa durante este tiempo en el que no estaré-eran los esteticistas que le quitarían las arrugas a su casita, rellenarían los vacios con mezcla y estirarían su rostro. La sesión de maquillaje ó pintura sería el último toque para su villa de bruja joven.
El extraño laboratorio de frascos con esencias y plantas que flotaban en aparentes vacios de sustancias invisibles tenía muy ocupada a Samanta.-Tengo que embalar los cacharros del laboratorio, lavar y guardar las cortinas de las cincuenta y una ventanas-sigue pensando, hurga en su bolso-¿dónde estarán los billetes del avión?-los dedos tocan nerviosamente los innumerables objetos que giraban al estilo de un bombo lleno de números. Cogen, sueltan, vuelven a removerlo todo: Los pañuelos de resfriados, los pañuelos de cuello, los de atar hechizos-su pelo rojizo y rizado de vikinga, le cubre la cara.-¡Caray que no puedo ver!, ¡Zacari ven inmediatamente!, ¡eureka los encontré!, uno para mí otro para Zacari y otro para “Lo demás”. –“Samanta abre tu regalo de cumpleaños, ¡mi bolso perfecto!.-Tienes más cosas cariño.-Lo demás no me importa”.

-¡Estoy ilusionadísima por ver el mar!-Zácari recorría nervioso la gran habitación-echaré en falta todo esto, mi casa mis cosas-ella estaba recostada en unos cojines  del sofá de tela aterciopelada morada del salón principal esperando el taxi amarillo que vendría a recogerla para conducirla al aeropuerto. Vendría a buscarla después de comer, tenía tiempo aún. Miraba los rayos de sol que se filtraban por algunos de los cristales coloreados amarillo, rosa y bermellón y producían dibujos coloreados en el suelo de salón. Sus manos elegantes,  blancuzcas y suaves de buen tacto seguían buscando en “Lo demás”, en esta ocasión buscaba su pequeña caja de esmeralda-. ¡Este dichoso maletín de objetos perdidos!, he pensado que cuando me instalé en el nuevo domicilio, crearé muchos compartimentos en el bolso, los distinguiré con telas de diferentes texturas,  colores y tamaños  diferentes-Zacarí no cabía dentro de sí, su lengua colgaba rosada de su boca llena de dientes puntiagudos  como un gran chicle de fresa estirado que se coge por un extremo con los dientes y por el otro se alarga con la mano; tal vez una boca demasiado grande para un animal tan pequeño-¡mi pequeñiiiiín!, ¡Eureka encontré la caja esmeralda!, ¡Zacari me das buena suerte!-. Los rayos de sol penetraban por la ventana y Samanta dibujó con sus dedos índice y pulgar una espiral incolora que se trasladó en el espacio y  tomó color cuando le llegaron los haces de luz que la hicieron estallar en cientos de espirales de colores alegres como piruletas infantiles de vainilla, fresa y limón. Zacari quería comerse una piruleta.  
El avión era un tanto extraño, un techo de cristal como en cúpula continuada en su arco hasta la mitad de altura de las paredes laterales que permitían ver las nubes, el sol y las estrellas durante la noche, también la  luna. Zacari se escapó de su asiento y se dedicó a oler todas las cosas, equipajes, asientos, pasajeros,  jugaba a meterse dentro de algunas bolsas abiertas y después iba a Samanta y le llevaba objetos en su boca que le depositaba a sus pies-.Eres un cotilla, ¡Zacari eso está mal!-quería jugar, estaba tendido mirándola esperando que Samanta comenzase el juego de “te lo quito y a ver si lo coges”-¡vuelve a depositarlo en las bolsas! eso es lo que eres un cotilla-ella se reía, cómo podría vivir sin él.
-Vamos a aterrizar dentro de breves minutos, abróchense los cinturones y tengan sus mascotas controladas. Es costumbre en las isla Hawaii ofrecer a los visitantes en señal de bienvenida guirnaldas de flores o Lei, déjenselas puestas en el cuello pues se considera una señal de descortesía el quitárselas, solo deberán hacerlo en privado, y queridos pasajeros ¡Aloha! y bienvenidos al Paraíso.
Cuando logró llegar al hotel de madera después de un viaje infernal por carretera, se sintió recompensada cuando comprobó que la habitación que había elegido era una cabaña de madera independiente que tenía dirigida la mitad de sus vistas hacia el mar y la otra mitad hacia un fondo verde muy frondoso en el que se divisaba un camino que iba tierra adentro.
Samanta está tumbada en la playa del hotel, cubierta de telas para protegerse del sol. Su piel tiene un color blanquecino como el de un nabo blanco. -Aloha madame-una niña de piel tostada muy hermosa se sienta a su lado. -Aloha preciosa. -¿Quieres helado?, le ofrece un cucurucho de papel vacio.-Samanta se lo acerca a la boca -¡está buenísimo!.-Tienes que pagarme con dinerito.-Toma esto, ¿es suficiente?- coloca en su mano una bonita caracola.-Vale-introduce la caracola en un bolsito hecho de hojas de palma.-¿No tienes calor?.-Un poquito pero es que no tengo sombrilla y me puedo tostar demasiado.- Tenemos una sombrilla, ¿la ves?, está muy lejos.-Tus papas estarán preocupados si no te ven.-No tengo papás. -¿Quién te cuida?.-El abuelo está dormido.-Estará muy preocupado tu abuelo. –No sé me voy, Aloha-Samanta sonríe al verla alejarse corriendo y detrás va Zacari-.-Creo que Zacari ha conseguido una nueva amiga.

-¡Abuelo, abuelo despierta!.-Meli con más cuidado, estaba soñando y me he caído desde muy alto.-Tengo una amiga.-Qué bien, ¿quién és?.-Está allí, tiene un sombrero grande-le señala y el abuelo se rie.-No te rías abuelo, no tiene sombrilla.-Meli creo que tienes otro amigo-señala a Zacari-sí es de mi amiga. Bueno Meli entonces deberemos ser amables con ella y con él e invitarles a que vengan a nuestra sombrilla,¿compartimos nuestro almuerzo?.-¡Si sí abuelo, quiero que venga, quiero que venga!.-Ve a decírselo preciosa. -Zacari mira a la niña con rostro de felicidad y sale corriendo detrás de ella.

-Ha sido usted muy amable en invitarme al Luau.-Quería presentarte a mi Ohana-toda la familia estaba presente, sus trajes de gran colorido causaban sorpresa a Samanta que venía de una cultura donde la seriedad en los colores era lo apropiado. Empezaron a sonar los tambores y un grupo de bailarines y bailarinas con faldas de múltiples flecos y guirnaldas de flores comenzaron una danza llena de energía, fuertes movimientos de caderas, saltos en los hombres;  entonces uno de los bailarines  se acercó a Samanta y sonriéndole le ofreció un lei que colocó sobre su cuello.
-El cerdo asado está buenísimo y la piña, paso todo el día comiendo piña, sabe-Kohala asintió.-¿Le gusta navegar?.-Me da un poco de miedo llevo dos semanas y aún no me he decidido a navegar en una de esas canoas, ¿parecen inestables?-Kohala se rie-. Mañana empezaré a construir una canoa nueva, será para Meli, es una sorpresa, un regalo de cumpleaños, ¿te gustaría venir?.
Meli, Kohala y Samanta tienen bandejas de diferentes frutas en sus manos, se han dispuesto alrededor del  árbol, Zacari tiene una fruta en la boca algo mordisqueada.-Hermano que ahora vives tranquilo en tu cuerpo de madera, respirando el aire húmedo, comiendo tierra, creciendo, aportándonos sombra y vida, te pedimos que nos ofrezcas para bien del alma de Meli tu gran cuerpo, haremos una canoa y así ella podrá viajar lejos y conocer otras tierras, se le enseñará las tradiciones de nuestros antepasados que aprendieron a orientarse en el mar. ¿Quieres decir algo Samanta?.-Mi corazón se siente lokani, lleno de paz y armonía, espíritu del árbol desde mi corazón te transmito el respeto de todos mis antepasados y de mi familia a la que ahora hecho en falta-“ Adios hija recuérdanos, no te olvides de nosotros, te queremos”- aunque me siento afortunada porque Meli y Kohala son ya también mi familia.”
Cuando la canoa estuvo hecha había pasado un mes y Samanta tenía ya una piel tostada y de efecto aterciopelado, su pelo rojizo había adquirido un tono más oscuro, caoba.-Ven Samanta inauguremos la canoa-Kohala recitó una oración que pronunció con una vocalización dulce-.-Samanta el mar está contento, el abuelo canta bien. Tira tus flores Samanta-Meli le cogía de la mano y la miraba contenta protegida por su sombra.
Comenzó a mirarlo todo y quedó muy satisfecha, todo, absolutamente todo había quedado renovado pero sin perder su identidad y ella ¿cómo se sentía?.-Papi he vuelto estoy en casa de nuevo, depositó la caracola encantada en la mesa. Su corazón se sentía de veras lokani.

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