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miércoles, 13 de junio de 2012

5º RELATO Ana Mª Alvarez Hospital

5º RELATO    Ana Mª Alvarez  Hospital


Cuando Ana tenía   diez años, tuvo que ingresar en el hospital. Unos días antes, se había  empezado a quejar de dolor abdominal. Los padres   al principio pensaron que era porque había asistido a una fiesta de cumpleaños, y se había atracado de dulces.  Como el dolor  no se le quitaba,  la llevaron al médico de urgencias.  Este la examinó, y apenas dió importancia al dolor.   Le  prescribió  ayunas  12 horas  y  les dijo  que si no mejoraba,  volvieran de nuevo  al hospital 
El dolor continuaba  cada vez con mas intensidad  Sus padres la  volvieron a llevar al doctor. Les dijo, que Ana tenía que ingresar porque necesitaba  hacerle unas pruebas.  Era posible además,  que la tuvieran que operar.
             Ana. era una niña delgada, de  ojos  claros  Su pelo  era rubio,  liso y tan largo , que le llegaba casi  hasta la cintura, Llevaba  en la cabeza, una  diadema  de terciopelo de  color celeste –hacía juego con sus ojos- , para que  la melena  no se le fuera hacía los ojos.
            La  madre le  pregunto con cariño,
- Ana ¿Quieres que se te quite el dolor?
- Si,  por favor, dijo la niña llorando
- Pues…  ¿Sabes que digo?  Que el médico piensa que para que se te quite del todo, tienes que ingresar.
 Al principio se negó en rotundo,
- No  mamá Yo no quiero  ingresar .
Tras un leve forcejeo por parte de  la   madre, esta pudo convencerla
- Piensa que sino ingresas, no se te puede quitar el dolores. Es  la única forma de que desaparezca
-  ¿Cuánto   tiempo que estar ingresada?
 - No lo sé. En cuanto estés mejor,  te darán de alta.     
- ¿No me pueden dar una medicina para que  se me quite el dolor   en mi casa?
-  Imposible, le contesto la madre. Es necesario que ingreses. Además también  te tienen que hacer  unas pruebas
- Explícamelo mejor mamá.  ¿Qué me van a hacer?   
- El doctor todavía no sabe lo que tienes. Tienen que averiguarlo. De momento, como  vomitas todo lo que tomas y no puedes beber ni  agua, te van a  poner  un suero para hidratarte y  una medicación a través de la vena . Ya verás como mejoras muy pronto.
  
Llegaron a  la planta donde tenía que  ingresar,  Ana  estaba ya  más tranquila.  Al abrir la     puerta  lo primero que vió, fueron unas pisadas de  niño en el suelo, Estaban  pintadas  de color rojo.  Era la señalización  para  llegar a la sala de juegos. Eso le gustó  a Ana.  
Una vez dentro, la planta le pareció    bonita y alegre.  Las   pareces eran de   color azul  claro   y en la parte de arriba,  cerca del  techo,  había   una zócalo  grande  en el  que estaban  pintados  pájaros y  de plantas de distintos  tipos, tamaños y colores.  
             La  enfermera   que la recibió, la llevó a la sala de juegos,  situada al fondo  del  pasillo   Parecía  redonda, pero era de  forma  octogonal. La parte inferior de la pared   era de  azulejos a rayas   blancas  y azules,  que  le  recordaban  los dibujos de  cerámica de la plaza  de España de Sevilla, a donde ella iba a jugar con frecuencia.  
En la sala  había unas mesas bajitas,  con sillas pequeñas alrededor.  En ellas   estaban sentados unos   niños  que   hacían  trabajos manuales dirigidos por la maestra.  Encima de las mesas había lápices  y pinturas de colores, tijeras,  cartulinas,  papel de espuma, palillos de  dientes, y mucho  material  de marquetería  
La maestra  fue  muy agradable con  ella,  La enseñó  las  pequeñas casetas de feria que estaban haciendo  Le  explico  que  dependiendo  de la época  del  año, cambiaban los trabajos que hacían.  En Semana Santa: pasos del Señor y de la Virgen. En Navidad  pintaban las figuras del nacimiento  etc .  
Se rió mucho, cuando la  maestra la  sorprendió  con  un  peluche que  se metió en  el brazo derecho , a modo de guante  Le presentó  entonces a   “Mapache”.  Divertida   accionaba  con mucha habilidad  los dedos  e intentaba hacer creer Ana,  que Mapache”.   la quería morder. Después la maestra  le preguntó
- ¿A qué  es a lo que más te gusta jugar?
- Me gustan los juegos de ordenador. Respondió
 La maestra  la tomó de la mano  y se dirigió  con ella  hacia la zona  de los ordenadores Le enseñó  como  podía utilizarlos  
Ana se puso muy contenta  
- ¿Puedo  venir a jugar cuando quiera? Preguntó
- Por supuesto, siempre que te deje el médico
¡Que bien ! Respondió
- También me gusta leer. ¿Tienes   cuentos ?
- Todos los que quieras. Tengo un armario lleno.  Puedes elegir los que mas te gusten
Poco a poco Ana   iba encajando mejor del tema del ingreso. Fue entonces cuando la llevaron a su habitación

Las paredes estaban decoradas con  dibujos  alegres. Los ventanales eran muy amplios. A través de ellos  se veía el jardín que rodeaba al hospital y se veían todas  las personas que pasaban por allí.   También  se podían ver  los coches, y un poco más a lo lejos  el tren. Además  desde  fuera  no se podía  ver nada hacia dentro.  Todo eso era divertido.
 La situación  cambió  cuando  tuvo que ponerse  un pijama  que no era  suyo. Se acordó entonces de su cama  y  de las sábanas con dibujitos de colores que le ponía su madre. No tenía los juguetes de su habitación con los que tanto se entretenía.  Lo peor de todo, era que tenía que compartir la habitación con  otro  niño mucho más pequeño  que ella, que  no conocía,  Parecía  que debía ser  de  la edad de su hermano Santiago.  Se preguntó si por la noche  lloraría tanto como él.   También  le dio  pena,   estar alejada de sus hermanos y  de sus amigos y  no poder jugar con ellos.  No podría ir al colegio  Ella era buena estudiante y  no quería perder  las   clases.  La ilusionaba  sacar buenas notas
 Se preguntaba .¿Podrían  sus padres  acompañarla  durante todo el tiempo   que permaneciera ingresada?  La enfermera le había dicho  que sí,  pero a ella  le asaltaba la idea de la posible separación.  Por otra parte le daban pánico las batas blancas, y  tenía  un miedo atroz  a las inyecciones,
-  Mamá  ¿Me tienen que pinchar?   Preguntaba.  Yo  no quiero que me pinchen.
- Sí  hija,  No tienen  mas remedio Te tienen que pinchar para que te pongas buena.  Pero  me ha dicho la enfermera que lo harán con una aguja muy fina. Solo   te va a doler    un poquito.
    Apenas sitió el dolor de la aguja. La enfermera, buena  conocedora de la psicología de los niños,  antes de pincharla  charló   un rato con ella.  También le  explicó que le  dejaría la aguja  dentro de la vena, conectada a un tubo de goma  transparente, y este a su vez a un  bote grande con un  líquido  también transparente, que  se enganchaba a un palo alto de goteo. La  insistió  en  que  eso no le iba a doler  y le dijo  que el líquido,  era un suero,  que había que ponerle  para alimentarla  mientras estaba en ayunas.   Se quedó tranquila, y al poco  rato   se durmió profundamente.
 Por la tarde,  se encontraba mucho mejor. Fueron a verla los voluntarios  jóvenes, que  eran   simpáticos   y divertidos.  Le preguntaron cómo se que llamaba,  a que colegio iba, cuantos hermanos tenía, a que le gustaba jugar y otras muchas cosas más.  Se distrajo con ellos y  le dio  mucha pena  que se fueran
Cuando se despertó al día siguiente se sintió peor. La cabeza le daba vueltas. Estaba algo mareada. Tenía ganas de vomitar  aunque no había tomado nada.  El  dolor de barriga   le había ido en aumento
La madre preocupada,  se lo comunicó  al doctor.  Él la  exploró  una  vez  más, y le dijo  que  era necesario  hacerle una radiografía
Al poco rato entró en la habitación  un celador que preguntó por Ana
            - Soy yo. Le dijo ella .  ¿ Porque preguntas por mi? ¿Qué es eso que llevas en la mano?.   
- Es  un  vale de  radiografía.  Vengo  para acompañarte a   rayos
- ¿Tengo que ir a rayos?  Dijo Ana
 - Si  Es para hacerte una fotografía   y ver cómo estás por dentro, y así poder quitarte el dolor.
 -¿Me va a doler?
- No   te  va doler nada.-
-  ¿Seguro que no me va a doler?.
- De verdad te lo aseguro, le  dijo   el celador

 Después de la radiografía,  llevaron a Ana a su habitación.. A los pocos minutos llegó el médico. El  médico  le dijo a la madre que tenían que operarla de   una apendicitis que no se  había   manifestado  con claridad  el día anterior  Hablaban   en voz baja   para que la niña no  se despertara ni lo oyera
 Ana parecía que dormía, pero  sin que ellos se dieran  cuenta, Estaba  muy  atenta  a las expresiones de sus rostros,  Observó que la madre  estaba preocupada pensaba:. Mientras tanto  ella pensaba  ¿.Que me está  pasando? ¿que estarán diciendo?   ¿Por qué  hablan bajito  para que  no me entere  de lo que dicen?. ¡Yo quiero  enterarme!. De pronto, escuchó muy bajito una frase  en boca de su madre
-  Doctor  ¿Cómo decírselo Ana? preguntó la madre
-  Lo mejor es  decirle  la verdad.  Es necesario  operarla para que   se le quite el dolor  y se ponga pronto buena .
 Cuando el  médico se fue,   la madre  le dio un beso a Ana  y habló con ella. La dijo que el  cirujano  tenía  que  hacerle una rajita  en la tripa, para quitarle una  pequeña   infección que tenía en una parte del intestino que  se llamaba  la apéndice 
- No vas a tener ningún dolor le insistió. Lo único que tienes que hacer es  soplar  fuerte por un globo, Así  no sentirás nada. Además si  tú  quieres podemos llevarte  a ver la sala   donde te van a operar. ¿Quieres?   Seguro  que en dos días te pondrás buena  y te irás de nuevo a casa.
- De acuerdo mamá. Dijo   Ana   convencida Te pude oir cuando se le  preguntaste al medico  

La intervención transcurrió sin problema alguno. Al día  siguiente,  Ana  no tenía  dolor  y se encontraba  tan  bien, que  le dieron  de alta  a pesar de que todavía  llevaba  los puntos que  le pusieron para coser  la cicatriz.  Al  salir, le dieron en el hospital, un diploma  de honor  de  “Campeona”,  por lo bien que se había portado. Se fue   muy contenta  a su casa.  Contó a sus amigos y a sus hermanos, la   gran  aventura   de los últimos días y todas  las experiencias que había tenido…   También   les habló del buen recuerdo que a pesar de todo,  le quedó del hospital

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