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viernes, 1 de junio de 2012

6º relato-Mª Angeles Macías Alegre

Los sueños de Sícore

En el salón de té de una calle cercana al teatro quedaron en verse dos amigas para contarse mutuamente sus experiencias. Durante un año habían recorrido largas distancias con diferentes compañías artísticas,  visitando ciudades de todo el mundo e  interpretando en famosos teatros y bellos parajes naturales obras de danza contemporánea.

Están dando las ocho en el reloj de la plaza del teatro cuando termina la última campanada el reloj comienza a interpretar algunos compases de la Sexta Sinfonía de Beethoven, La Pastoral. Una chica joven se aproxima al salón de té donde un camarero que viste uniforme oscuro, espera apostado en la puerta principal la entrada de los clientes, tira de un asidero de bronce pulido de una de las hojas de cristal biselado de la puerta y deja pasar a la joven. Sícore viste de manera elegante, sus pasos ágiles y algo precipitados al entrar hacen volver las miradas hacia ella. Estudia con sus ojos el lugar y describe con su cabeza un arco de izquierda a derecha, no tarda en encontrar a su amiga. El lugar está tranquilo solo un público desperdigado en diferentes puntos del salón, sentado en elegantes y cómodos sillones que conversa, lee o degusta algo; son el resultado final de una tarde que comienza a serenarse.

-¡Teresa!- ha localizado a su amiga en una pequeña mesa redonda situada al fondo del salón, junto a la cual una pared luce un mural del dios Apolo y las Musas. Al verla se dirige hacia la mesa con paso ligero y una sonrisa.

Su amiga se levanta al verla, se acerca a ella y la abraza sin decir nada, se apartan mutuamente para observarse.-¡Teresa no puedo creer lo bella que estás, querida mía, estás hermosa muy hermosa!. Precioso vestido, elegantes zapatos, una figura esbelta, estilizada aún más si cabe por tu pelo recogido. ¡Qué guapa estás!. ¡Un iris azul de plata y agua marina en tu pelo!, realmente precioso como tú–toman asiento en dos sillones situados junto a la mesa de Teresa, una frente a la otra.

-Sicore haz el favor de callarte tus halagos me están sonrojando. Y tú amiga mía, ¿te has visto?, tienes la piel tersa, brillante, una sonrisa encantadora, ¡si te has vuelto aún más guapa de lo que eres!. No puedes imaginarte cuánto he deseado este momento, poder encontrarnos de nuevo, hablar de nuestras cosas, ¡has estado tan lejos de mí!-Teresa agacha un poco la cabeza, sus ojos se llenan de lágrimas-. Pienso que no hiciste bien en cambiar de compañía, antes podíamos disfrutar de tantos momentos, reírnos, bromear, nuestros paseos por las ciudades que visitábamos pero ahora ya casi nunca nos vemos. Me siento sola. – Sícore coge un pañuelo blanco de hilo con la inicial de su nombre y seca las lágrimas de su amiga con suavidad.

-Teresa ¡nuestra pasión es danzar!-coge sus manos, las aprieta firmemente con las suyas y levanta con su mano derecha su barbilla hasta conseguir tener su mirada enfrentada a sus ojos azules que también están vidriosos inundados del agua de los sentimientos.-Elegimos caminos diferentes cuando ambas nos enamoramos, fue una decisión muy difícil pero sabia-Sícore abraza a su amiga y le besa en la mejilla derecha.

Sícore avisa al camarero y le pide de beber un té aromatizado para las dos y unos bombones de chocolate negro, le adjunta una petición escrita en un trozo de papel que el lee de inmediato y le hace sonreír.-Intentaremos agradarla señorita, mientras le preparamos el té pueden pasar al salón oriental contiguo a éste, allí les serviremos. Tendrán unas vistas maravillosas de nuestro jardín, aún hace algo de fresco para visitarlo a estas horas pero podrán admirarlo a través de todo el frente acristalado de nuestra sala. También pueden acceder si lo desean a nuestro invernadero de plantas exóticas, hay una puerta de acceso a través de la vidriera y un pasillo que comunica con él.


Se dirigen ambas al salón oriental con pasos elegantes y acompasados,  Sícore echa su brazo izquierdo sobre los hombros de Teresa y ella le coge la cintura, sonríen, sus miradas brillan. El recinto luce en algunas de sus paredes algunos frescos de escenas de la vida del Japón y la China antigua, diseminadas también algunas pinturas realizadas en seda y muebles lacados con dibujos florales. Complementan la decoración jarrones y maceteros de porcelana, algunos grandes que portan exóticas palmeras y otros más pequeños con hortensias u orquídeas. Comienza a escucharse una melodía tranquila en el piano de la sala, Sícore se descalza y ejecuta una danza para su amiga en el centro de la sala que está despejada, Teresa le aplaude riendo porque la danza imita las diferentes formas de bailar de algunas bailarinas y bailarines de la compañía, y como si fuera un teatro cómico Psícore lo representa para su amiga que ríe hasta llorar. Cuando Psícore termina su chanza de ballet se sitúan en una de las mesas cercana a la cristalera.

Al poco de terminar Psícore,  el camarero se acerca con el servicio, un té aromático de fuerte olor a canela clavo y naranja, ellas cierran los ojos durante un instante y respiran profundamente su aroma.-Gracias puede marcharse. Perdone señorita tengo una nota para usted, me la dio un señor que se ha marchado, vestía un turbante al estilo hindú, un hombre de mediana edad. Me indicó que la leyera después de hablar con su amiga, solo después de hablar, así me lo insistió.

 -¡Qué extraño!, gente para todo, después leeremos la nota, no tengo ninguna prisa en saber, ahora estoy aquí contigo y mi tiempo es para ti.

-¿Te enteraste de lo que pasó en la compañía?, desapareció, nos comunicó que necesitaba experimentar algo nuevo, solo habló con Alfred que nos dio la noticia, eran muy amigos.

-Ocurrió todo de una manera muy extraña aunque desconozco los detalles- Psícore saborea uno de los bombones y sirve el té en las tazas de porcelana blanca decoradas con flores y con el nombre de un mes del año, las suyas son “Marzo y Abril”.

-Eso ocurrió al poco de marcharse ella. Era una mujer muy bella, una belleza exótica extraordinaria-Teresa toma un sorbo de té y coge un bombón, se toma un tiempo para saborearlo-ella nunca más volvió pasado el tiempo prometido. El enfermó, cada día palidecía un poco más, perdió su creatividad. Alfred le suplía en las coreografías. Poco tiempo después se marchó sin decir hacia donde iría.

-Muy triste, demasiado triste para poder soportarlo. No me gustaría estar en su piel-Psícore toma un sorbo de té y un coge un bombón.

A punto de finalizar su encuentro Teresa le recuerda a Sícore su nota.- Me olvidaba de leerla “Querida señorita Sícore el príncipe Maximiliano desearía verla en el salón de recepción del hotel Victoria para conocerla personalmente y felicitarla por su reciente actuación como primera bailarina de su compañía”. Mira a su amiga y suelta una pequeña risa.

-Vamos Teresa tu también me acompañarás quiero que tengas también el placer de conocerle.


Recorre la sala y observa los detalles de la coreografía.-¡Tenderos en el suelo y comenzad!, ¡bailareis hasta que ya no podáis más, hasta que vuestros pies se agoten, bailareis hasta la extenuación  y cuando os vaciéis de sentimientos podréis sentir vuestros sentimientos descansando en la oscuridad contemplando vuestros cuerpos agotados!.

Finalizado el ensayo todos abandonan la gran sala llena de espejos y sola uno queda, una mujer de cabello oscuro. El se acerca hacia ella y le besa la frente.

-¡Como te quiero vida mia, mi música, mi amor!-él la toma entre sus brazos y le besa con dulzura su cuello, sus labios cálidos provocan sensaciones en el cuerpo de Amanda, un escalofrío recorre su espalda y sus brazos. Ella unida a él en el abrazo inicia una danza, deja caer su cuerpo hacia atrás, semeja un junco que se dobla.

-Te irás pronto de aquí de mi lado belleza mía, te irás lejos y me dejarás entristecido. La distancia cortará los hilos que me unen a ti, se romperá nuestro amor y tú danzarás una coreografía nueva- ella no responde, se coloca de espaldas a él, toda ella descansa en el torso de More y reclinada su cabeza inician nuevos pasos, comienzan a dibujar esferas, rotaciones, traslaciones en el espacio.


-Solo pasará un año, un ciclo de cuatro estaciones. El otoño será para mí el color de tu ojos, avellana. Siguen caminando girando uno en torno al otro, siguiéndose con la mirada. La juventud madura de Amanda le aporta un cuerpo bien proporcionado, una complexión firme de curvas continuas y talle elevado.

More eleva el cuerpo de Amanda, la deposita suavemente en el suelo y coloca ella en un completo relax su cuerpo sobre la espalda de él.

-El invierno traerá el recuerdo del hogar. Tu abrazo es mi hogar- recoge sus manos bien articuladas y las coloca alrededor de su torso, More la presiona contra él, cierra sus párpados y llora, es lluvia que humedece el rostro de Amanda.

Amanda le susurra al oído-te quiero, tu y yo jamás estaremos lejos.

Ella se agacha flexionando y entrecruzando sus piernas para recoger un velo de seda azul depositado en el suelo de gran salón de baile. Sin decir palabras camina hacia la puerta del gran salón, viéndose en su caminar reflejada en los espejos del gran salón.

-¡Amanda! ¿y la primavera que es para ti?- el permanece quieto en mitad del salón con su rostro contraído, su voz se quiebra.

-Un jardín lleno de flores, un jardín espléndido inimaginable y sorprendente, primavera es creación continua. Tú me inspiras a crear More, encarnas para mí la primavera.

Cuando llega a la puerta de la sala se vuelve hacia él-¿no quieres saber qué es el verano para mí?-él asiente con la cabeza, no puede hablar, gime de pena- el retorno mi amor, mi mayor alegría y esperanza.

Amanda deja la sala y More llora amargamente, sus piernas se quiebran y su cuerpo se desmorona en el suelo. Un rayo de luna penetra por el balcón abierto e ilumina las lágrimas del coreógrafo.

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