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miércoles, 12 de septiembre de 2012

-Relato 7 de Diego A. Mejía


Era una noche sin planificar aún temprano para que el Pub abriera a pesar de ser sábado, Eva y Julio no podían esperar y bebían unas cervezas sentados en una banca del parque. Entraba el invierno y era la hora en la que el día, no decidía si acabarse del todo y dar tregua o, continuar un poco el aliento y rendir un poco más, algo así como un amante primerizo. Sentada sobre el espaldar de la banca Eva bebía a sorbos de una lata de cerveza, dando a Julio cuenta de sus líos amorosos que habían terminado con su última relación pocos días antes.

-Y entonces va el tío y me dice que lo deja, así… -dijo Eva agitando las manos sin derramar la cerveza- No me dice: “Te dejo” No, qué va, él va y dice: “Sabes, lo dejo” Como si se tratara de otra persona… ¿te lo puedes creer?
-Sí –Julio bebe un gran sorbo.
-¿Sí? Entonces te parece bien…
-No. Sólo que lo entiendo, es un mecanismo de defensa, todos tenemos uno, él te dice: “Lo dejo” para abstraerse y que le sea más fácil dejarte, es normal… seguro que tú tienes algo parecido…
-“Abstraerse”, ¡vaya! Y yo creyendo que era un imbécil y resulta que es un artista abstracto… -Julio bate la cabeza, finge una sonrisa, coge otra cerveza de debajo de la banca, la abre y bebe un sorbo- ¿y tú? No me has dicho nada ¿cómo te fue con la niña esa, la pelirroja?
-Complicado –Todo era complicado para Julio, lo único sencillo era su relación con Eva, sin ataduras, ni perjuicios, gracias a ella ambos solían utilizar los tiempos entre relación y relación para afianzar su “Amistad con privilegios”.
-Así nada más… complicado… –Por la boquilla de la lata de cerveza la ironía derramaba espuma-. Bueno eso lo dice todo supongo… Como siempre…
-Bueno, bueno –Julio, que estaba sentado, se giró y subió las piernas a la banca para mirar de frente a Eva-, mira: pues resulta que el jueves pasado…
-Creí que era este jueves… -interrumpió Eva.
-Digamos que fue el jueves pasado, vale… –Julio hizo un silencio de pacto y lo cerró brindando, las latas sonaron a campanas de naufragio-. Bien… Ana llega el jueves a la oficina y me empieza a preguntar qué: “Cómo es esto de trabajar en una firma grande de arquitectos” Nosotros construimos su casa sabes, moderna… una belleza, creo que sería demasiado moderna para tu gusto.
-Seguro –dijo Eva-. Si la hiciste tú, seguro.
-Bueno, pues empieza por: “Yo siempre quise estudiar arquitectura, pero bueno me casé muy joven y luego cuando me quedé viuda…”, “Y con la niña a cuestas” Y yo me digo “¿De qué va esto?” Y ella empieza a cambiar el tema, me dice que su hija va a entrar a la universidad y que quisiera que yo hablase con ella y “No convencerla pero, tu sabes… mostrarle el camino…”
-Que te estaba echando los tejos… ¿de dónde viene una mujer así a decirte eso a tu oficina?
-Bueno, pues después de terminar la casa también la decoramos y yo me pasé un montón de tiempo con ella, escogiendo tapices, cortinas y eso, bueno, no sé… ganaríamos confianza supongo, además había pedido cita… –La cerveza en su mano empezaba a adoptar su temperatura.
-¿Y?
-Y me dice que enviará a su hija al día siguiente para que yo hablase con ella…
-¿Y? –Eva impaciente.
-Bueno ella fue a la oficina, pecosa, menuda, una mujercita hermosa nunca la había visto -estudiaba en el extranjero-, me mostró unos dibujos técnicos que había realizado en el bachillerato y eran muy buenos, tenía talento, nos pusimos a hablar de otras cosas -se hizo tarde- y me propuso tomarnos algo y entonces pensé: “¿Ana quiere liarme con su hija?”
-¿La pelirroja?
-Sí, la pelirroja, entonces nos tomamos un café en el Pub y me invitó a cenar a su casa empezó: “Es idea de mi madre” Y luego “¿Sabes cómo llegar, no?” Y yo “Sí, creo que sí” todo muy raro… -Julio dejó derramar la cerveza disimuladamente por el costado de la banca, estaba caliente y amargaba el césped- ¡Ella acababa de cumplir dieciocho! y yo pensaba “¿Qué estás haciendo? pero por otro lado… es mayor de edad…”
-Y te la enviaba su madre… -dijo Eva apuntando con el borde la lata de cerveza al modo de un latoso dedo índice.
-Sí, y eso… -Julio cogía su tercera cerveza y respondía con el mismo gesto- Bien eso fue el viernes pasado y el sábado aparezco en su casa con una botella de vino a la puerta, y me recibe vestida de largo, con un vestido de gala ¡y yo con jeans y camiseta! Y me dice: “Al final cenamos solos, ella tuvo un imprevisto” y me empieza a hablar de la vida en el extranjero y las experiencias que tuvo en el bachillerato.
-¿Y tú qué? Aburrido como una ostra… -Eva sorbía lentamente sin apartarle el ojo.
-¡Qué va! Llevábamos la segunda copa de vino y empezó a hablar de cómo lo que había aprendido en Francia: “No era la solamente la lengua francesa” así sonriente, creo que hasta me ruboricé… había estudiado al movimiento feminista de los 70’s, “El problema con el feminismo” decía “es que los hombres dejaban de verte como un objeto sexual” Decía que de pronto no sólo eras una mujer liberada de las ataduras del machismo “Estabas liberada de los deseos de los hombres” y así siguió filosofando un rato, de pronto le cambió el rostro. “¿Sabes en un ménage à trois lo importante es ser egoísta? como no acabes pronto, nadie lo va a hacer por ti” Creo que me quedé con la copa en suspenso un minuto entero, pegada a los labios “Pero tampoco hay por qué preocuparse, para continuar está el otro, ¿no?”
-¿Eso dijo? Joder vaya bachillerato… y yo estudiando como una tonta… -Eva bebió sin gusto como enjugándose el recuerdo de los años de bachillerato de la boca- Habernos ido a Francia…
-Y que lo digas… pero bueno ella siguió: “Yo descubrí que cerrar las piernas era un mecanismo de defensa, pero abrirlas al mundo era una técnica ofensiva” se me acercó poco a poco, “Y a mí me gusta atacar” olía a Cabernet, tenía la copa en la mano y la comida en el horno –yo tenía un hambre atroz.
-¿Tenías hambre? –dijo Eva con cara de que se acababa la cerveza.
-Sí, tú nunca tienes hambre antes de… -Julio batía la mano.
-De follar, no. Después.
-En fin, empezamos por derribar las cosas de la mesita del café y todo eso, muy típico… le quité la ropa, se veía tan joven, me dio miedo… -Eva interrumpió levantando la mano, sosteniéndola sin dejar la lata hasta que la terminó.
-Espera, solo por si acaso ¿esta noche nos quedamos en tu casa o en la mía?
            -En la mía –dijo Julio.
            -Bueno –asintió Eva-. ¿Y, entonces?
-En ése momento no pude hacer nada, me quedé congelado, ella se tomó su tiempo, me llevo a la habitación principal, yo quería que me llevara el diablo –Eva empezó a contener la risa-. Sí muy divertido… -ella intentaba contenerse y paró de reír- entonces me tiró a la cama empezó a arrancarme la ropa y… nada. No sabía qué hacer eso nunca me había pasado… -Eva con la mano en el hombro de Julio. Burlona.
-Eso lo dicen todos querido.
-¿Alguna vez me pasó contigo? –Indignado Julio miraba a Eva mantener un silencio que contemplaba el vacío y que al final terminaba en una mueca indefinible- pues ahí tienes.
-No era para tanto hombre…
-Que no era para… no importa… el caso es que no podía hacer nada -no que no lo intentara-, pero nada, yo creí que eso quedaría así, sin más, como un antojo que resultó mal, pero ella insistió. “No te preocupes yo lo arreglo” E hizo algo con los labios o con la boca o yo qué se… no sabría ni cómo explicarte… ni me animé a mirar…
-¡Y entonces funcionó! -Eva se dedicó a aplastar su última lata con las manos.
-No… y yo no sabía qué hacer, me sentía no sé… como humillado, bajé la cara e intenté coger mi ropa…
-¡Vaya putada…! espera… –Eva apuntó a la acera del frente, el Pub ya estaba abierto- Mejor seguir con una cerveza fría, ¿no? –Asintió Julio sin entusiasmo.

Eva en los 24 metros que los separaban del Pub intentó bromear y buscó una papelera para sus latas vacías, al entrar saludaron al camarero de costumbre con la broma de costumbre. “Garçon, deux bières s'il vous plaît” Y la sonrisa cómplice de Eva, Julio se mantuvo callado todo el tiempo.

-Bueno termina tu aventura, anda… –dijo Eva.
-Gracias su majestad –dijo Julio con una reverencia aparatosa con las manos, Eva asintió muy seria-, cogía mi ropa e intenté levantarme de la cama, ella no me dejó, estaba montada encima y tras un par de intentos, empezó a besarme y como seguí rehuyendo empezó a insultarme. “¿No querías una mujer? ¿Tienes una de verdad y no puedes hacer nada con ella?” y siguió, insultándome en francés. “Esto ya no puede ir a peor” pensé y continuó con los gritos. “¿Tú quieres una puta?” Empezó a darme bofetadas… -Interrumpió Eva.
-Esperaría que se las devolvieras…
-Lo mismo pensé… pero… ¡yo no podía reaccionar! parecía una saco de boxeo… Entonces fue que paró, me cogió de las manos y las aplastó contra la cama, me miró a los ojos y…
-¿Y? ¿Qué, te corriste…? –Eva no pudo evitar soltar una risotada que se escuchó en todo el Pub, los camareros miraron de reojo.
-No… -Julio muy serio- estaba lejos de eso… ¿por qué iba a correrme por es…? no importa… empecé a sentir como un ardor en el pecho y un aroma penetrante… a infancia… no sé… ella sonreía, intenté soltarme y ella siguió, estaba empapado y humillado… ya no había vuelta atrás…
>>Lo consiguió… no paramos en horas, ahí sobre la cama mojada…
-Pero… lo lograste entonces… ¿y qué pasó? Tú mojado… hasta donde sé ese no era uno de tus fetiches favoritos, ¿no?
-Lo sé, pero luego con ella de espaldas y tirando de su cabellera rubia y ella gimiendo y ese olor que… no sabes cómo era eso… -Eva dejó la cerveza y tomó la mano de Julio.
-¡¿Rubia?! Pero… ¿no habías quedado con la pelirroja?
-Resulta que tuvo una emergencia, algo con una amiga no sé…
-¿Y te liaste con la madre?
-Lo sé, lo sé… -Julio miró alrededor- pero es peor aún… de madrugada sonó el timbre, ella en el apuro había olvidado las llaves y tuve que salir corriendo… –Un camarero recogía copas de una mesa cercana, Julio bajo un poco la voz- escondido mientras la madre bajaba a abrir la puerta, terminé vistiéndome en jardín, si no hubiese estado empapado por ese aroma el perro habría acabado conmigo, vaya desastre… y después en el coche de vuelta a casa… que desastre…
-Es un modo de decirlo… -Eva batía la cabeza con la cerveza en los labios- y yo creyendo que mi artista abstracto era noticia… ¿y qué pasó luego? –Eva levantó la mano con dos dedos en alto y luego señaló a la mesa.
-Me quedé despierto el resto de la noche, quise llamarte pero estabas con el artista, hubiera sido incómodo…
-Eh… -El camarero dejaba dos cervezas sobre la mesa- Sí…
-Me pasé horas pensando en lo que ella dijo “en un ménage à trois lo importante es ser egoísta, como no acabes pronto, nadie lo va a hacer por ti” creo que tenía razón, que ése siempre ha sido mi mecanismo de defensa…
-¿Esperar que alguien haga el trabajo por ti?
-No, preocuparme porque el otro llegue antes… nunca he podido ser egoísta…
-¿Cómo es eso un mecanismo de defensa?
-Fácil, mientras me ocupo de que tú llegues antes, pienso en el modo de dejarme llegar, lo planifico; mientras antes llegues, antes podré intentar satisfacer mis propios deseos… como cuando esperas que alguien diga antes que quiere salir contigo… o que te digan “Te quiero”, pero tú te esfuerzas porque el otro lo haga y por no hacerlo tú primero…
-Creo que te entiendo –Eva burlona-, así te abstraes de tus deseos hasta que tienes ocasión de cumplirlos.
-Jaja muy divertido, pero sí… y como no lo logre, nunca termino de estar satisfecho conmigo mismo… -Julio bebió un sorbo- he pensado que lo mejor sería empezar a romper nuestros mecanismos de defensa con ménage à trois…
-¡Menuda invitación! y la sueltas así, como si nada… -Eva gesticulaba levantando las manos y con una voz chillona- “Rompamos nuestros mecanismos de defensa con un ménage à trois” y, no Empezó una aparatosa reverencia con las manos-: ¿Quieres probar un ménage à trois Eva? –A la que Julio respondió con el mismo gesto.
Ambos se quedaron mirándose, riendo y mirando la barra del bar con los rostros de los camareros volcados hacia ellos. Siguieron riendo un rato, una mujer atractiva vestida de coctel pedía una copa y se sentaba a la barra, la luz tenue del bar no dejaba ver su tez ni el color de su pelo que se rizaba en la espalda.
-Sabes que no voy a obligarte… –siguió Julio.
-¡Claro, pero tampoco vas a preguntarme! –Ambos empezaron a reír, Eva aun no terminaba cuando paró en seco- ¿Cuál es mi mecanismo de defensa Julio?
-¿De verdad quieres saberlo? –dijo Julio.
-Sí –dijo Eva.
-¿Estás segura?
-Sí, no seas pesado.
-Cuando estás a punto de rendirte, cuando ya no puedes más… te ríes, para que nadie se dé cuenta que te duele, no puedes evitarlo.
-¿Cómo puedes saber eso…? nunca tuvimos esa relación Julio… –Muy seria, casi ofendida- no puedes sacar una conjetura así de nuestras charlas…
-Lo sé… sin embargo mientes muy bien, eso te lo concedo, ahí jamás sonríes…
-Entonces, te burlas de mí…
-No, pero te lo demostraré más tarde, si logro vencerte claro…
-Estás tonto… bueno qué hacemos, nos vamos a tu casa o nos quedamos otro rato más…
-Nos quedamos un rato –Sonriente-, estamos esperando a alguien.
-¿Así que la invitación iba en serio? –Expectante- ¿Y, quién es, la conozco…? Espero que no…
-No, pero hoy te hablé de ella…
-¿La rubia? –Julio levantaba las manos sin decir palabra- ¡No…! ¡¿La pelirroja?! –Julio hizo una seña apuntando a la barra, Eva no paraba de sonreír- ¿Es ella? –Julio asintió- Aún no he aceptado Julio.
-Lo sé pero no hace falta… -Eva no paraba de intercambiar miradas con Julio y la barra del bar- Estás sonriendo…
-Eso son tonterías, sabes que puedo irme ahora mismo a casa y punto.
-Sí, podrías o, yo podría decirte que éste era uno de tus fetiches favoritos ¿no? O contarte lo que pasó después de la noche que hui de esa casa y por qué hay alguien en la barra que nos espera… a los dos…
-Bueno dejémonos de tonterías, digamos que acepto… eso sí, te aclaro algo, no me río como un mecanismo de defensa, tú lo dijiste, éste fetiche es mío, no haz ganado nada. Pero… quiero conocerla antes… sola, y, pase lo que pase, me oyes Julio, pase lo que pase, quiero la historia completa por la mañana, trato… –Eva extendió la mano sobre la mesa, Julio la agitó junto a la suya.
-Trato –respondió Julio.

Eva se levantó de la mesa y caminó a la barra, Julio les dio privacidad dándoles la espalda, empezaba el tiempo extra de un partido en una de las pantallas del bar al son de una música caribeña, terminó su cerveza y pidió una copa, las dos mujeres a la barra parecían tener una charla agradable, el partido iba dos a cero a favor del equipo visitante, Julio miraba al vacío y en ocasiones al marcador que terminó igual. Cuando Julio terminaba su copa buscó al camarero en la barra, el par ya no estaba allí, buscó por el resto del Pub y finalmente se dirigió a la barra a pagar la cuenta.
-Está todo pagado –dijo el camarero.
Julio sonrió sin ganas. Se dirigió a la puerta y buscó en la calle, era una noche sin planificar y refrescaba, el Pub empezaba a llenarse, volvió a entrar buscando abrigo, había perdido su mesa.

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