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jueves, 13 de septiembre de 2012

Relato 3 de VALME PEREA

DOMINGO POR LA TARDE

Es domingo por la tarde.
Mónica lleva sentada delante del ordenador dos horas. Mira la hora. Teresa viene en un rato. Su rostro denota cansancio. Mira el teléfono móvil. Ninguna llamada o mensaje de Eduardo en todo el día. Retira la silla, se quita las gafas, las deja sobre el escritorio y, apoyándose sobre la mesa, se levanta y se dirige hacia el cuarto de baño.
Es de día aún, pero enciende la luz. Se ve poco. La ventana del cuarto de baño es pequeña. Se mira al espejo, hace el amago de cogerse una cola con su pelo largo, pero lo suelta. Acerca la cara al espejo y se mira las ojeras. Se retira, y a continuación, se desnuda. Coge la báscula que está al lado del lavabo, se la acerca y se pesa. Abre el armario que está encima del váter y coge un bolígrafo y una hojilla naranja donde apunta el peso. Ha perdido cinco kilos en un mes. Se vuelve a mirar al espejo, y mira su cuerpo desnudo, sin una gota de celulitis, delgado, sin barriga, plana. Como a ella le gusta.
Se mete en la bañera. Abre el grifo y espera a que el agua esté caliente. Empieza a ducharse. Mientras se ducha su mirada está absorta. No tiene expresión alguna en su cara. Piensa que no puede estar perdiendo más el tiempo con ese inútil. Que lo odia. Termina la ducha. Cierra el grifo. El teléfono suena. Se exprime el pelo rápidamente y se sale de la bañera. Corre hasta el escritorio donde lo dejó.
-¡Mamá!-Con el teléfono casi retirado de la oreja-. Luego te llamo, me acabo de salir de la ducha y estoy chorreando.
Corre de nuevo hacia el cuarto de baño, con el teléfono móvil en la mano. Lo deja en la repisa que está justo debajo del espejo. Se pone las zapatillas,  el albornoz y la toalla en el pelo. Coge de nuevo el móvil  y mira la hora en que Eduardo se conectó por última vez a whatsup. Lo deja de nuevo en la repisa y se va para  la habitación.
Llaman a la puerta.
-Debe ser Teresa.-dice en voz alta.
Se dirige hacia la puerta. La abre.
-¡Teresa!...qué alegría verte. ¡Has llegado antes!
-Si.-dice con una amplia sonrisa.
Se dan dos besos y un abrazo. Sonríen.
-¡Perfecto! No sabes las ganas que tenía de verte.-cierra la puerta y se dirigen hacia el pasillo-.Ven al cuarto, me voy a cambiar.
-Vale. ¿Nos tomamos un café abajo? Así te cuento también las últimas novedades en mi vida.
-Si, si, no tardo nada en ponerme cualquier cosa. Total, para bajar a la cafetería de Andrés.
-Si tu con cualquier cosa estás monísima.
-Pues anda que tu…Se te ve genial y muy feliz. También tendrás que contarme, ¿no?
-Pues si tía, estoy muy feliz y con alguien que me quiere muchísimo. Aunque no nos vemos lo que yo quisiera, pero bueno, uno cosa compensa con la otra.
Teresa viene como si fuese a la discoteca un sábado noche. Pitillo, taconazo y una blusa con un escotazo. Maquillada a más no poder.
-Pues fíjate que pensaba que no ibas a venir. Hace ya más de un mes que no sabía nada de ti.-se está poniendo unos vaqueros.
-Si, es que entre una cosa y otra-se sienta en la cama-.ando un poco liada. Te quise contestar a las llamadas que me hiciste, pero un “después la llamo” se ha convertido en un mes.-mira la hora-.Así que nada, por lo menos, hoy hemos quedado.
-Si… menos mal. Tengo algo que contarte…-metiéndose la camiseta por el cuello.
-¿El qué tía, algo malo? Te veo demacrada. ¿Has perdido peso no?
-Si, cinco kilos.
-Te conozco. ¿De quién te has enamorado ahora?
-De nadie.-se pone los zapatos-.Vamos al cuarto de baño que te cuento y ya nos vamos…
-¡¿Entonces?! -exclama con cara de sorpresa.
-Eduardo. Es por Eduardo.
-¿Eduardo? ¿Qué pasa con Eduardo? ¿No lo habíais dejado?
-Si.-desenredándose el pelo.-bueno, del todo no.
-Pues cuéntame porque creo que estoy perdida hace tiempo.
Mónica se siente desahogada hablando con Teresa, su mejor amiga. Salen del cuarto de baño.
-Si, mejor te cuento abajo tranquilamente tomándonos algo. Mientras bajamos voy a llamar a mi madre, ¿vale?  Me llamó antes, a ver qué quiere.
Salen del piso de Mónica y bajan las escaleras del primer piso, y van andando hacia la cafetería de Andrés, que está justo doblando la esquina de la calle.
Después de varios intentos, su madre no contesta al teléfono.
-Luego la llamaré. No contesta.
Se sientan en los veladores de la cafetería. Piden ambas una infusión de te rojo.
-Estoy impaciente de saber que te ocurre con Eduardo, cuéntame.-arrima su silla a la de Mónica.
-Bueno como tu sabes, lo dejamos hace un año. Pero vamos, nunca lo dejamos del todo. Nos veíamos de vez en cuando.-echa el azúcar a la infusión y remueve.-Así nos llevamos desde que lo dejamos. Viéndonos y acostándonos, claro. Hasta que en marzo deja de llamarme y de contestarme a los mensajes. Me dice que tiene novia y que nos tenemos que dejar de ver.
-Y, ¿qué hiciste?
-Pues cuando me dijo eso me dio un vuelco el corazón y empecé de verdad a sentir por el, yo creo que más que nunca. Eso de que te quiten a tu chico…Yo insistía en que quería verlo, y a eso de llevar una semana con su supuesta novia, vino a casa. Se quedó a dormir conmigo y nos acostamos. Le dije que la dejara. Que yo quería estar con el.
-¿Y? -con cara de asombro.
-Estoy sufriendo muchísimo. Como sabes estoy liada con el máster, y ahora esto de Eduardo.-da un sorbo-. Dice que se llama María. Se ha ido con ella un par de fines de semana. Entre semana también queda con ella, pero por lo visto ella vive con sus padres y claro, ¿sabes qué hace?, después de estar con ella me llama a mi. Se viene a mi casa a dormir y hacemos el amor.-remueve el te-.Me estoy muriendo, Teresa, no como ni duermo, de lo enganchada que estoy a el. Pero está con otra, ¿entiendes? Y después de besarla a ella, me besa a mi y se acuesta conmigo y yo lo consiento porque lo quiero, y quiero conseguirlo, si o si.
-¡Qué hijo de puta! -con cara de indignación.
-Si -no deja mediar palabra a su amiga-. Me dice que si piensa con el corazón la quiere a ella, pero que si piensa con la cabeza me elige a mi. Ya ha venido dos noches diciéndome que se queda conmigo, porque la otra no le estaba ya aportando nada. Pero cuando se levanta por la mañana y se va, al rato me llama y me dice que no que lo nuestro es imposible. Y yo me muero.
-¡Qué sinvergüenza!-se empieza a abanicar con la carta de la cafetería de Andrés-. No me lo puedo creer.
-Le he puesto un ultimatun. O ella o yo. Que ya no va a jugar más conmigo. Esta noche hemos quedado a las diez.
-Pero, ¿será….? Me dijo que hoy no podía quedar conmigo que había quedado para ver el fútbol.-se levanta de la silla, se abanica.-No me lo puedo creer, Mónica. Eduardo y yo llevamos saliendo un mes. Y, efectivamente, nos hemos ido dos fines de semana fuera. Me dijo que hacía mucho tiempo que no sabía nada de ti, y yo le dije que quería esperar un tiempo para darte la noticia. Así que ambos tomamos la decisión de decírtelo cuando tuvieras de nuevo pareja. Pero para que tu veas que las mentiras no llevan a ningún sitio. Me dijo que quería estar conmigo el resto de su vida….
-¿qué? Que fuerte de verdad. ¡Se está acostando con las dos, Teresa!
Mónica y Teresa empiezan a contarse todo lo ocurrido ese mes. Encajan todas las piezas de todos los sucesos que han vivido.
-¿Sabes que haré, Teresa? Mira que lo quiero, pero así no. Si te lo ha hecho a ti, también me lo haría a mi. Lo odio tanto…
-Yo tampoco quiero estar con el, ahora no, lo odio…
-Lo llamaré, quedaré con el, y apareceremos las dos. Así no tendrá más remedio que darnos una explicación, nos la dará, nos dará una explicación…
Suena el teléfono de Mónica. Es Eduardo.
-¿Si? Dime bonito
-¿qué te pasa Mónica?
-Pues nada aquí estoy con María, tomándonos un te.






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