Alguno de vosotros (no muy ducho, por lo que se ve) entró en nuestro blog por blogger y lo ha asociado a su cuenta que es marcantmafe@gmail.com

Ahora mismo hay que meter como nombre de la cuenta ese correo y como clave la misma que os di en clase.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Relato 1 de VALME PEREA

CARTA DE AMOR

Hola cariño,
Supongo que habrás entrado en la casa, como haces siempre, llamándome a en voz alta, casi cantando con ese tono adulador en la voz y esa alegría que te caracterizan, como de costumbre. Habrás echado un vistazo en la cocina,  como no, como haces siempre, a la nevera, para ver si sigo teniendo ahí nuestra foto juntos, colgada con el imán que me trajiste de uno de tus fabulosos viajes. Te habrás quitado ya la chaqueta y estarás con la corbata a medio quitar, casi corriendo por el pasillo hasta que llegues  a la habitación, como de costumbre, con esa energía que te caracteriza.  Te estoy escribiendo  esta carta, y, parece que, aunque me anteceda al futuro, ya te estoy  viendo entrar. Es lo que haces siempre. Es lo que llevas haciendo durante cuatro años, semana tras semana. Día tras día. Bueno, día tras día, es lo que yo hubiera deseado.  Pero no.
 No me vas a encontrar a mí, sino esta carta, encima de la cama donde pasamos tanto tiempo juntos. Aquí tienes esta carta, entre tus manos, que será lo último que recibas de mí. Escrita, como comprenderás desde lo más profundo de mi ser, y con mucho dolor. Porque sabes que te amo. Porque sabes que en estos cuatro años no he dejado de hacerlo. Porque eres el hombre de mi vida, el hombre que siempre había soñado, y el  hombre que pase lo que pase siempre amaré. Pero ahora no.
Si, nuestra foto está en la nevera. Cada día la he mirado. Cada día he sonreído esperándote. Supongo que creerías que la iba a quitar, pensando que vendría a mi casa otro chico, quizás, pero en el fondo sabes que no. Eso te gustaba. Sola para ti. Te he esperado siempre con la mejor de mis sonrisas, con un abrazo efusivo y besos apasionados y dulces. Siempre como adolescentes a escondidas. Sé que te encantaban mi forma de coquetear contigo y mi forma de volverte loco, como siempre. Siempre me lo dijiste, que te volvía loco. Que era tu droga.  Que te encantaba estar conmigo, y que lo que sentías por mí no lo habías sentido en tu vida por nadie. Claro, eso me hacía esperarte impaciente cada día, con ilusión y muchas ganas de verte, con velas encendidas, incienso, y música, como siempre. Pero, esta noche no. Y sé que lo voy a echar de menos muchísimo, porque te amo. Te amo, y creo que no sabes hasta que punto te he amado. Pero ahora no.
Todos saben que eres mi pareja. Mi madre me pregunta por ti cada vez que la veo. Claro, le digo que todo va genial, que eres el hombre de mi vida, y que no nos podemos ver tanto como quisiéramos porque eres un hombre de negocios y  que andas siempre muy ocupado. Como siempre me dice que tiene muchas ganas de conocerte. Mis hermanas andan tan liadas con su vida matrimonial, que solo se preocupan de que tal estoy, pero nunca me preguntan por ti. Bueno, excepto Tatiana, que la última vez que estuve en su casa me dijo que a ver si íbamos otra vez a su casa a ver otra de esas películas que ponen ella y su marido, en el proyector, allí arriba en el ático. No te lo comenté ayer cuando nos vimos, porque me parece ridículo. Como si acaso fuéramos a volver a ir a casa de mi hermana. Sabes que no me gusta mentir. Sabes que odio este tipo de mentiras. Lo único que me ha consolado siempre al mentir ha sido la esperanza de que algún día estaríamos siempre juntos, pero de verdad. Pero no.
La foto de la nevera empieza a ponerse amarilla. Y, cuando me miro al espejo, ya no soy la misma que en la foto de la nevera. Tu tampoco. Tu look ha cambiado, y el mío también. No tenemos más fotos juntos que la foto de la nevera. Nunca me pasaste a mi ordenador las fotos que me hiciste con tu cámara. Y las que yo tengo son de grupo. Me prometiste que nos haríamos un book de fotos, pero sigo esperando. Me prometiste que me pasarías las fotos de tu cámara, pero no.
Me puedo pasar toda la vida esperando. Te he esperado cuatro años. Cuatro años de mi vida. Esperándote. Y ya no voy a esperar más.
Llevo mucho tiempo meditando todo esto. Tomar esta decisión es muy difícil para mí.  Y ahora sí. Mañana empiezo un nuevo trabajo en una nueva ciudad, lejos de aquí. Hace semanas me entrevistaron, y este nuevo cambio me dio fuerzas para empezar de cero. Mañana empiezo mi nueva vida en mi nuevo apartamento de alquiler en esa nueva ciudad, lejos de aquí. Sin nuestra foto en la nevera. Sin un pasillo alargado que llegue a una habitación. Sin nuestras apasionadas noches juntos, sin nuestras escapadas a escondidas a lugares remotos. Sin nuestras películas tirados en el sofá. Sin nuestras risas y flirteos como niños de quince años. Sin hacer el amor cada mañana, cada mediodía, cada tarde o cada noche, o cuando te dé por aparecer. Sin tu perfume impregnado en la almohada. Sin escuchar como entras en casa cantando mi nombre en voz alta. Sin esperarte más. Mañana empiezo mi nueva vida, sin ti.
No vas a tener contacto conmigo, porque no puedes llamar a mi madre, si ni siquiera la has conocido en todo este tiempo. Tampoco llamarás a mis hermanas, porque nunca te preocupaste en saber ni sus nombres, excepto Tatiana, pero si acaso recordaras donde vive, no creo que tuvieras valor para llamarla. No te estoy desafiando, ni mucho menos. Solo te digo que no hace falta que te molestes, porque ya le dije ayer que no estábamos juntos.
Y es que, de verdad que ya me cansé de tanto esperar. No voy a dejar de vivir por ti. Ya mi cupo de espera y de paciencia se agotaron.
Aunque sé que me amas, nunca llegaré a entender por qué me compartes. Por qué no puedes vivir conmigo, pero sin ella tampoco. Cómo puedes amarme y a ella no la puedes dejar. Me muero por dentro de verdad, cuando tienes que marcharte a tu casa, o no se adonde. Cuando te pregunto cuándo vas a volver y no encuentras respuesta. Me muero solo de pensar que te acuestas con ella, que la tocas, que la besas, que le acaricias el pelo como haces conmigo, que le cojes de la mano, y que vayáis juntos a todas partes. Sufro mucho y los sabes. O quizás nunca lo llegues a comprender. Que pasees con ella por la calle y con las niñas. Me muero solo de pensar que llegan otras navidades y no estoy contigo. Y me consumo en mi dolor porque te amo. Porque quiero compartir contigo cada alegría de mi vida, porque amo mi vida, y tú estás haciendo que se consuma esperándote.
Me cansé de vernos siempre a escondidas, de no saber cuándo será la próxima vez que nos veamos. Estoy cansada de tus falsas promesas, de tus falsos regalos. Ya no te creo más. Después de cuatro años, ya no me creo que vayas a dejar a tu mujer por mí. He visto a tus hijas crecer. Me conozco todas las fotos que me enseñaste de ellas desde que nacieron. Precisamente Natalia tiene tres años. Y la he visto nacer igual que a la pequeña. Las adoro, y ni siquiera las conozco. Me prometiste que estarías conmigo. Cuando nació tu segunda hija me dijiste que no sabias como se había quedado embarazada tu mujer porque no teníais sexo. Pero no la podías abandonar embarazada. Sabes que deseo ser madre y me prometiste que en poco tiempo estaríamos juntos. Pero son cuatro años. El tiempo pasa. No  dejas a tu mujer, para estar con quien supuestamente amas. Pero la que se come todos los marrones soy yo, y ya me he cansado. Hace semanas me dijiste que las niñas eran muy pequeñas todavía y que teníamos que esperar un poco más de tiempo para poder separarte. Pero todo son excusas. No puedo creer como eres tan cobarde. Y, como he podido ser tan tonta todos estos años creyéndome tus falsas promesas. Solo le encuentro una lógica, amor. El amor todo lo espera, todo lo perdona. Hasta que se agota… o será que ya he dejado de amarte, aunque te amo. Entonces, será mi orgullo. No lo sé.
Ya no vamos a vernos más, no me vas a llamar más, no sabrás donde estoy. Y es lo que quiero. No verte más. No esperarte más.
Voy a continuar con mi vida sabiendo que todo este amor, este empeño, estas ganas, estos deseos, no fueron en vano. Mi decisión está tomada. Quedémonos con lo vivido. Eso nunca se irá. Tantos días de miradas, sonrisas, caricias, palabras, sexo…
Cuando te marches, por favor, te pido que dejes las llaves sobre la mesita de la entrada, entres en la cocina y te lleves nuestra foto de la nevera.
Ahora empieza mi nueva vida sin ti. Ahora sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario