Si te paras a pensarlo estoy
convencida de que el momento del día en que las personas utilizan más su
cerebro es cuando se despiertan. Incluso podría afirmarse que algunos no
vuelven a utilizarlo en todo el día. La explicación de mi teoría es muy sencilla.
No hay más que recordar el preciso momento en que te despiertas. Todo comienza
con una pequeña sensación de mareo, que indica que has vuelto a la realidad.
Seguida de la tan laureada de abotargamiento, donde no recuerdas nada, lo cual
en realidad no te importa, pues preferirías pasarte el día así. Pero desaparece pronto dejando sitio a una
molesta sensación de culpabilidad y deber. Un pinchazo te pone alerta cuando tu
cerebro dormido no consigue recordar nada, despejándote. Y finalmente llega la calma
con todos tus recuerdos intactos, allí justo en el sitio y hora donde los
dejaste antes de ir a dormir.
Pero, ¿y si la última fase
no llegara? ¿Qué ocurriría? El sentimiento de desconcierto iría poco a poco
aumentando hasta que no cupiese en tu estomago, produciendo en la mayoría de
las personas nauseas y sensación de pánico.
Pues bien, eso es lo que me
ha ocurrido a mi está mañana. Ahora me encuentro en una habitación que no
reconozco, tumbada en una cama que no sé si me pertenece, para no volver a ver
una comida que ingerí, pero no puedo
identificar.
Estas eran pues, las
cavilaciones que me mantenían ocupada a aquella joven desde hacía más de dos horas. De momento
prefería no explorar la habitación, y era aun más impensable que se plantease
salir de allí, a pesar de haber visto una puerta no demasiado robusta en el
momento en que abrió los ojos, justo antes de volver a cerrarlos rápidamente,
como si con aquel gesto pudiera mantener el mundo alejado de ella.
Transcurrido un rato más y
armándose de toda la autodeterminación que poseía, o más bien que podría poseer
una persona sin recuerdos, decidió volver a abrir los ojos. En sí, la
habitación era de lo más sosa, igual que la de un hospital.
¾
Está claro. Estoy en un hospital. Ya he dado
con la solución –Se dijo en voz alta alegrándose de su astucia.- Y no recuerdo nada debido al golpe, como en
las películas. Pero, si no recuerdo nada ¿cómo es que me acuerdo de las
películas? ¿como sé que es una película? –Este hecho la extraño- ¡Ah! ¡Claro! Amnesia selectiva. En realidad,
he tenido suerte así no tendré que volver a aprender a sumar ni a leer.
Porque... se leer ¿verdad?- Buscó por la habitación algo que pudiera leer para
comprobarlo, pero no encontró ni tan siquiera una etiqueta, así que decidió
deletrear mentalmente todas las palabras que se le iban ocurriendo- Puerta. P U
E R T A. Baño. B A Ñ O
Al salir por la puerta no
encontró el pasillo de un hospital, o por lo menos ¿sería un plato de cine?¿y
por qué tenía esa obsesión con el cine? Sólo encontraba dos respuestas lógicas,
o trabajaba en la industria del cine o antes de perder la memoria su vida
contenía una alta dosis de televisión. Si era esto segundo lo mejor sería no
recuperar pronto la memoria, a nadie le hace ilusión volver a una vida tan
anodina.
¾
Tenemos hambre
¾
Si venga. Danos el desayuno.
¾
Se sentía demasiado joven
para ser la madre de dos niños tan mayores, lo comprobó en una cuchara, que le
devolvió su reflejo del revés y deformado, aun así pudo ver con alivio que
andaba entre el final de los veinte y el principio de los treinta.
.-¿Es que estás tonta? Yo
nunca tomo zumo.
.- Rápido tráeme los
cereales.
.- Os deberíamos vender a un
circo y que os exhibieran como los críos más sádicos de la historia mientras
torturáis pequeños animalillos.
Una macabra sonrisa de
satisfacción y orgullo se instaló en las dos cara iguales, revelando que ambos
poseían en su dentadura un colmillo rebelde que había decidido adelantarse a
todos los demás. Aquello les dotaba de un aspecto singular de pequeños carnívoros.
Quien había hablado era una
joven bonita de unos 18 años, de esas que suelen volver locos a todos los
hombres que conocen. Este mero hecho hizo que ya le cayese mal. ¿Cómo se
atrevía a presentarse tan guapa cuando ella estaba teniendo una crisis? Que egoísta.
¾
Tonta. Esto es el infierno.
Definitivamente no era mi
mejor día, y eso que no recordaba ningún otro.
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