Resaca
Migue entreabre los párpados. La luz se cuela a raudales por
la ventana. El se tapa los ojos de la luz directa. Mira a su alrededor, con
cara de no saber dónde está. Una habitación con una lámina de Van Gogh y un póster
de Bon Jovi. Una cama revuelta.
Migue está desnudo. Encuentra sus calzoncillos entre las
sábanas revueltas. Junto a ellos un tanga de colores. El sonido de una ducha
llega desde una puerta entreabierta.
Migue se viste en un momento y sale de la habitación, y de
la casa, con los zapatos en la mano.
Una vez en la calle y con los zapatos puestos, coge el móvil
y llama.
—Illo mamón, ¿sabes qué hora es?—le dice la voz adormilada
de Bartolo al otro lado del teléfono.
—¿Anoche ligué?
—Jajaja, ¿No te acuerdas?
—Por eso te llamo— responde Migue cruzando la calle por un
paso de acera.
—¡Pues para eso no me despiertes!
—Joder, ¡si estoy en Sevilla Este!—exclama Migue mirando el
nombre de la calle.
Migue le cuenta a su amigo en qué situación se ha levantado,
mientras Bartolo se ríe.
—No te quejes, por lo menos estás vivo—le replica Bartolo.
—¿Y eso?
—¿Qué es lo último que recuerdas?
—Pues tomamos la primera en tu casa, luego estuvimos en
el Entrecopas, donde nos pedimos otro
Gin Tonic.... yyyyyy ya no me acuerdo de más—contesta dubitativo.
—¿No te acuerdas de la compañera de trabajo que te presenté?
—¡Ah sí! Es verdad. ¿Con esa he pasado la noche? ¿Estaba
buena?—dice Migue sentándose en una cafetería, en una mesa al aire libre, bajo
la sombra de una toldo mugriento.
—No y sí.
—¿Qué?
—Que no has pasado la noche con ella, que yo sepa, y sí,
estaba bastante buena.
Migue le pide un desayuno continental al camarero: café,
zumo de naranja y tostada con aceite y tomate.
—Y que pasó con la tía buena?
—Estuviste hablando con ella bastante tiempo, se reía,
tomamos varias copas, yo creí que la tenías en el bote.
—¿Y qué pasó?
—No me enteré de lo que le dijiste al oído. Pero le tuviste
que soltar una burrada muy gorda, porque te arreó un ostión y se fue.
—Joder, que putada.
—Qué putada yo, que estaba ligando con su amiga y se la
llevó corriendo, mamón.
—¿Y después que pasó?
—Te pusiste a beber como un demonio, y a decir burradas a
todas las tías que pasaban.
—Joder—dice Migue tras un sorbo de café.
—Así que los seguratas te sacaron a rastras del bar… y
vomitaste allí en medio. Y a uno le salpicaste un poco. Yo pensé que te iba a
matar. Y a mí como daño colateral. Te saqué de allí como pude y cuando se te
pasó el morado, te monté en un taxi para casa.
—¿Entonces con quién he dormido?
—No lo sé, pero cuando estabas con el morado estuviste
mandándote mensajes con Rosa.
—¿Mi ex?
—Quién si no….
—Joder, a ella le encanta Bon Jovi… y se había mudado hace
poco.
—Jajaja
Migue mira el móvil un instante.
—Joder, me está llamando Rosa.
Migue le pide un paquete de churros para llevar y la cuenta
al camarero.
—Bueno ti, te dejo. Por cierto, ¿sabes dónde está mi coche?
—Ni puta idea.
—Joder
—Ya te aviso cuando lo encuentre.
Migue cuelga, recoge los churros y paga. Después le devuelve
la llamada a Rosa.
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