Axel volvió a su piso la puerta
negra le recordaba al vacío del espacio por el que podía sumergirse; estaba nervioso no sabía si la oscuridad
estaba en su interior o en el exterior.
Le encantaría poder haber llorar en aquel momento, lo ansiaba como nunca
desde que había cambiado. Pensó en arrancarse los ojos, puede que si brotase la
sangre sería algo parecido a llorar, pero no tenía fuerzas para hacerlo en ese
momento. Abrió la puerta pero no
encendió las luces de la habitación, tampoco las necesitaba. Cerró las puertas
detrás de sí y se dejo caer en el sofá como un peso muerto, se ahogaba. En su
mente la voz de Marco resonaba una y otra vez “Lo siento querido, estos años
han sido maravillosos, pero se acabó”. Las palabras se le repetían una y otra
vez, como si el Reproductor de Windows Media hubiese puesto en modo repetición
aquellas palabras que le destrozaban. Tenía que llorar fuese como fuese, lo
necesitaba se armó de decisión y decidió que se sacaría los ojos. Fue al baño
los azulejos negros, el mármol negro del lavabo y los apliques dorados como el
ribete de la bañera. Era curioso pensó
allí fue donde había empezado la noche, con el agua cayéndole por la cara
pasando por su pelo y limpiando su alma. Quería gritar sacarlo todo de su
interior, se ahogaba completamente. Se acercó al espejo ribeteado de dorado, de
la luz de los focos del techo
amarillenta hizo que tardase un segundo en
acostumbrársele los ojos. Se miro y no supo lo que veía, solo escuchaba
la voz de Marco todos sus sentidos habían desaparecido. Lanzo la mano al vaso
negro sujetado por una abrazadera dorada donde estaban su cepillo de dientes y
el de Marco besándose de forma casi irónica. Junto a los cepillos de dientes la
cuchilla de afeitar que no había usado en bastante tiempo. Pensó en sacarse los
ojos con ella pero no lo veía, no. Busco en sus bolsillos la llaves, empezó a
sacar monedas y billetes, un reloj de bolsillo y tonterías que cayeron al
suelo. La pantalla del teléfono que era
un espejo se quebró con un sonido seco y molesto. ¿Cómo podía algo en este
mundo atreverse a hacer ruido cuando él se sentía así? Aquello era horrible, un
segundo, sonido, las llaves. Las llaves estaban habían caído cuando él estaba
en el sofá. Volvió a la oscuridad del
salón. Las llaves formaban un pequeño montículo en el suelo de madera, como si fuese
un testigo de que era lo que había pasado.
–Venid aquí. – Les dijo con un
hilo de voz que no era más que un susurro. Las cogió con una mano, como cuando
una gata coge a sus cachorros por el cuello. La imagen le gusto y las cogió
entre las dos manos como si fuesen algo vivo que se pudiese romper en cualquier
momento, eran algo especial, algo que le conseguirían hacer llorar por
fin.
Se ahogo pero consiguió volver al
baño, se tropezaba con su propia sombra. A trompicones consiguió volver hasta
el espejo, seguía sin verse aunque no importaba. Solo le apetecía dejarse caer
en el suelo del baño, hacerse una bola y no pensar en nada ni en nadie. Pero se
acercó al espejo y con una mano se separo los parpados del ojo, “un segundo”
pensó “solo un segundo”. Con la otra mano se acercó la llave al ojo, notaba el
frio metal, sabía que en un segundo lo notaria en el interior de la cuenca y la
sangre fluyendo por sus mejillas como si fuesen las ansiadas lagrimas que tanto
necesitaba. Notaba cada musculo de su mano, notaba el aire pasando alrededor de
las partes que normalmente estaban protegidas por los parpados y el hueco que
hacían. Solo quedaba un centímetro para que la llave se introdujese en su ojo,
el cual trataba de escapar moviéndose rápido hacia arriba y hacia abajo en
desesperación. Un centímetro, un milímetro
y entonces escucho una carcajada.
Reconocería esa voz en cualquier sitio era la risa de Marco. Dio un paso
atrás y se separo del lavabo. Aun llevaba las llaves en la mano que cayeron
al suelo con un sonido estridente. En el
espero solo se vía una caricatura de si mismo. Salió corriendo del baño, para
sumergirse en la oscuridad del testo de la casa buscando al portador de la voz que se había reído de
él y le taladraba el alma como un martillo neumático. Recorrió corriendo toda la casa y termino sin saber
como en el salón otra vez, destrozado como si le hubiesen pegado un cañonazo en
el alma y solo quedasen sus restos en donde el su ponía que tenía los pies pues
ya no los sentía. Se ahogaba. Se ahogaba de sí mismo. Cogió una silla por el
respaldo y con un grito agudo y animal la lanzo contra la ventana con la que
choco partiéndose en muchas astillas mientras que la ventana quedo impasible.
Trato de quedarse afónico gritando una y otra vez, pero no eran palabras solo
ruidos que su alma le pedía sacar de dentro.
“¿Qué haces?” Le pregunto la voz de la risa cuando cayó rendido después de
haber soltado todo lo que podía de su interior y ahora volvía a sentirse vacío
y sin fuerzas ni para respirar volviendo a poder llorar.
– Cállate. – Le dijo en un
susurro a la voz que tan bien conocía. – Cállate por favor. Déjame en paz solo
quiero morir.
“¿Es que eres tonto? Eso lo vas a
conseguir con facilidad, solo tienes que quedarte hay quieto. Menuda forma de
usar la vida eterna, querer morir.” La voz volvió a reírse de alguna parte de
su interior saco fuerzas para volver al baño, a lo mejor si volvía al plan de
sacarse los ojos la voz se callaba.
“Si, seguro. Gran plan sácate los
ojos con eso conseguiremos mucho. Porque no te lanzas a una pira o te sientas
con las ventanas abiertas a esperar la salida del sol, es igual de patético y
novelesco que en esas novelas. Dios hay que ser patético.” Dijo la voz de su
cabeza hasta que llego a la puerta del baño, las luces lo cegaron un momento.
“Venga vamos haz algo que deje peor que esos libros a los de nuestra
condición.” Continúo la voz, mientras
Axel miraba su imagen reflejada en el espejo y confirmaba que la voz procedía
de su cabeza y lo peor era que la voz hablaba con la voz de Marco.
–Calla te. –Dijo volviendo a
intentar que se callase.
“¿O que vas a hacer mariposilla?
¿No eras un tipo duro seguro de sí mismo? ¿Entonces quien mierda tengo frente a
mi?” Axel supo que pese a ser la voz de Marco no eran sus palabras, esa forma
de hablar era imposible que la usase, aquella era su propia voz. O se estaba
volviendo loco o su subconsciente era sumamente cruel.
– ¿Qué quieres? –Dijo a la imagen
que se reflejaba y lo miraba en tono acusador.
“No idiota, ¿que queremos es que
no lo pillas?”
– ¿Qué? –Axel advirtió la mirada
de confusión con la que le miraba su propio reflejo.
“¿Te ha jodido la mente a parte
de arrancarte los huevos o siempre has sido a si de lerdo? ¿Qué cojones es lo
que ambos queremos?”
– ¿Morir? –Pregunto a su propio
reflejo.
“¿Estás seguro? Yo creo que no.
Te lo volveré a preguntar. ¿Qué queremos?”
Los ojos se le oscurecieron y una
llama comenzó a brillar en ellos primero pequeña pero que iba aumentando poco a
poco, hasta que lo inundo todo.
–Joderle, matarle, destrozarle,
que sufra, arráncale la piel, no el corazón, arrancarle los ojos los huesos uno
a uno, que sufra, dejarle tan vacío como él me ha dejado a mí. Quiero
destruirlo completamente. Quiero muerte, quiero sangre.
Volvió a sonar en su cabeza una
voz pero esta vez hablaba con la suya propia “buen entonces ¿a que esperas?”
Axel se volvía a colocar el nudo
de la corbata negra, le combinaba
perfectamente con el traje azul
que se había puesto uno de los pocos que no había empaquetado con
antelación y enviado al nuevo “chateau”
en Francia. Bajo un momento el periódico para poder ver la puerta de embarque
aún le quedaba unos minutos para tener que dirigirse a la puerta de embarque.
Habría preferido ir en barco le gustaba mucho esa mezcla de viento y agua
salada golpeando suavemente su cara pero
des pues de “somos animales territoriales y si sigues en el mío te matare”, no
quería arriesgarse a que Maco se
impacientase demasiado era como un hombre de negocios siempre atento a las
oportunidades que le ofrecían los fallos de los demás. Al salir de la ducha
después de su pequeña crisis tenia las ideas mucho más claras. Quería que Marco
sufriese eternamente, y gracias a la condición de ambos eso sería perfectamente
posible. Pero antes de eso tendría que ponerse a salvo, lejos de él ¿Qué
expresión habría usado Marco? “Volver a la guariada para lamerse las heridas”. Axel se dirigió al “duty free” para matar un
poco el tiempo antes de ir al avión. La
mayoría de las cosas le aburrían más que el buscaminas, cualquier revista de le
daba pereza compara comprarlas pero no tenia sueño para quedarse dormido en el avión, el viaje no sería lo suficientemente
largo para una novela, aunque siempre
podía compara un libro de autodefinidos. Le daba pereza pensar, llevaba
demasiados días concentrado en los planes de trasladarse como para pensar
ahora. La compra del “chateau”, seleccionar una maleta con las cosas que se
quedaría y las que mandaría allí. Y comprar los billetes había comprado
varios a distintos puntos que saliesen
todos a la misma hora y que todos saliesen de lugares que fuera de noche y
llegasen a lugares antes de que saliese el sol, podía ser paranoico pero no
quería que Marco supiese donde estaría.
Se quedo ensimismado mirando en uno de los estantes una de esas novelas
que tanto le gustaban a Marco, una fuerza en su interior se debatía entre
comprarlas o destrozarla allí mismos, pero extrañamente pudo sofocar ambas y
dirigirse prácticamente como un autómata hasta las puertas de embarque desde la
que salía su vuelo. Los últimos minutos
antes de embarcar se le hicieron más tediosos que las dos horas de antelación
con las que tenía que estar allí. Por
fin pudo subir a bordo y sentarse en su asiento quería desconectar de todo y
poder durante unos segundos son pensar en nada pero la voz del interior de su
cabeza no lo permitió. “¿Qué hacemos ahora?” le pregunto en tono
apremiante, “Solo lo que debemos salir
de aquí para que marco no nos mate” se auto contesto. “Bien pero no me
refería a eso ¿Qué vamos a hacer para como tu dijiste
tan expresivamente joderle la vida Mario? ¿Cómo atacas a un tío tan viejo, tan
listo, que nos conoce tan bien y que es tan guapo?”. “No es tan guapo.” Se
trato de auto mentir a si mismo Axel, “Pero se a lo que te refieres, sabe como
pensamos…” dejo el pensamiento en el aire durante unos segundo y reflexiono,
necesitaban a alguien a quien Marco no conociera, tenía que ser listo y un buen estratega. Estratega fue la palabra
que hizo que la mente de Axel comenzase a trabajar a toda velocidad como una
máquina, hasta que una sonrisa malvada y un brillo malicioso brillo en sus ojos.
“Creo que ya lo tenemos” le respondió la voz de su mente cuando el avión
comenzaba a moverse para despegar.
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