Alguno de vosotros (no muy ducho, por lo que se ve) entró en nuestro blog por blogger y lo ha asociado a su cuenta que es marcantmafe@gmail.com

Ahora mismo hay que meter como nombre de la cuenta ese correo y como clave la misma que os di en clase.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Relato 9 de VALME PEREA

LO HARÉ
Llevaba divorciada tres meses. Pero me seguía viendo con el, y acostándonos juntos. Estando casados no fuimos padres…El quería por todos los medios ser padre. Pero yo puse mil métodos para no quedarme. Era muy joven todavía y no quería y punto. Aunque nos siguiéramos viendo, dejé de utilizar medios. Se me retrasaba el periodo menstrual.
Entré en la primera farmacia que me encontré camino a casa y compré un test de embarazo. No podía esperar a llegar a casa. Entré en el ambulatorio que me cogía de camino y me metí en el cuarto de baño. Efectivamente. Test positivo. Estaba embarazada. Recién divorciada. Y para rematar la cuestión parada. Vivía sola pagando una hipoteca y gastos, y trabajando en lo que me salía.
No le dije nada a el. No iba a volver con el. No me trató bien en nuestro matrimonio.
Me fui a casa, me encerré en mi habitación y me puse a llorar. Me pasé horas y horas y días encerrada en casa sin salir, llorando. Y repitiéndome una y otra vez por qué me tenía que pasar esto a mi.
Me acariciaba la barriga y me miraba en el espejo de perfil. Busqué en internet toda la información referente al embarazo, y al aborto, también.
Lloraba. Me metía en la ducha y lloraba. No lo sabía nadie. Solo yo. No pude decírselo a nadie. No tuve el valor. Aún no se notaba.
Decidí ir a una clínica donde practicaban el aborto. Era legal, antes de los tres meses de gestación.
Entré en la clínica y me acerqué al mostrador.
-Hola, buenos días, quería coger cita para que me viera el médico –dije-.
-Si, pase a la sala de espera hasta que la avisemos. Hay un hueco libre. –dijo la chica.
Pasé y esperé. Aunque no fueron más de diez minutos.
-Puedes pasar. Última puerta a la derecha –dijo la chica del mostrador.
Me dirigí hacia allá. Dentro había una doctora.
-Buenos días, Sonia Acebedo, psicóloga y ginecóloga del centro –dijo, y me estrechó su mano-. Siéntate, por favor.
-Yo soy Rosa…Pues verá –dije, y me quedé callada -. No se por dónde empezar, aparte de que estoy embarazada.
-Tranquila.
-Es usted la primera en saberlo. Hace unos días me hice la prueba. Estoy embarazada de mi ex marido. Hace tres meses nos divorciamos y ya no hay marcha atrás. Me divorcié por malos tratos. El me vejaba y me maltraba psicológicamente hasta que me anuló como persona por completo. Lo raro es que solo durante nuestro matrimonio. Antes y después me trató siempre bien. Lo peor de todo esto es que me seguía acostando con el. Yo no quiero estar con el. El no sabe que estoy embarazada, ni mi familia tampoco –le dije, y no pude contener las lágrimas-. Vivo sola y estoy desempleada.
-Tranquila –dijo de nuevo-. Vamos a pasar a la otra sala. Te haré una ecografía.
Pasamos a la otra sala. Había una enfermera. Me subí a la camilla. Y me hizo la ecografía.
-Efectivamente, Rosa. Estás embarazada de seis semanas. Y ahora es muy, muy pequeñito –me dijo- mira.
Y miré el monitor.
De nuevo, en su despacho, estuvimos hablando.
-¿Qué debo hacer ahora? –le pregunté.
-La decisión es solo tuya y de nadie más. Tu eres responsable del ser que llevas dentro y tu tomas la decisión. Nadie te puede ayudar. De todos modos debes ir a tu médico de cabecera y que te vea lo antes posible –me dijo ella.
-Muchas gracias doctora. Ahora me siento mucho mejor. ¿Cuánto le debo por la consulta? –le pregunté.
-Nada. Te acompaño. Tranquila Rosa. Todo va a ir bien –me dijo cogiéndome de la mano fuertemente- Ana, lo de Rosa...-y le hizo un gesto con las manos a la chica del mostrador.

Llegué a casa y llamé a mi hermana. Quedé con ella en un bar de tapas de la ciudad.
-¿Qué te pasa estás muy delgada? ¿No comes? –me dijo.
-¿Delgada? Bueno, por el disgusto tan grande que tengo quizás, pero no. Debería estar más gordita…. –le dije- Marta, estoy embarazada.
-¿Qué? ¿De quién? ¿Estás con alguien?
-De Pedro. No he dejado de verlo desde que nos divorciamos.
-¿Vas a volver con el después de todo lo que te ha hecho?
-No.
-¿Cómo has podido caer?
-No lo sé. El no lo sabe. Solo lo sabes tú y una doctora de una clínica privada a la que fui esta mañana. Estoy de seis semanas.
Le conté toda la historia desde que compré el test de embarazo, bueno más bien, desde mi divorcio.
-Mamá tendría que saberlo –me dijo.
-No se si debiera. No lo iba a entender.
-Haz lo que quieras, pero me dijo que algo te tenía que pasar porque llevabas días sin aparecer por casa y sin dar señales de vida.
-Ya, es que no tengo ganas de nada. No se qué voy a hacer con esto.
-¿A qué te refieres?
-Pues no se si abortar.
-Hija, en vaya follón estás metida. No se ni siquiera si alegrarme o no, con la carita de pena que tienes. ¿Abortar? Suena un poco fuerte. No se, piénsalo –me dijo- y hagas lo que hagas, tanto si decides seguir adelante con ello como si no, cuenta conmigo.
Nos dimos un abrazó. Se le saltaron las lágrimas, y a mí también.

A los pocos días me llamó mi madre por teléfono.
-Hija, ¿cómo estás?, ya no te voy por casa.
-Si, mamá es que ando un poco liada.
-Pues vente hoy a comer ¿quieres?
-Si, mamá luego nos vemos. Un beso –y colgué.
Fui a casa a comer. Comí con mi familia. Y hablé con mamá. Se lo conté. Le pedí que no le dijera nada a papá.
-Debes abortar, hija –me dijo-. No estaría bien visto que tuvieras un hijo Pedro, además te maltrataba, hija, como has podido…Además, todavía eres muy joven para rehacer tu vida con otra persona y tener hijos cuando tengas una relación de verdad. Un hijo son muchos problemas hoy en día, y para traerlo al mundo tu sola….
-Si, mamá, no me digas más nada…No quiero hablar más.

Pasaron un par de semanas más. Tenía preparados en casa los papeles para abortar. La fecha y hora de la citación. Era ya ese día. Maldije el día que me quedé embarazada una y otra vez. No lloré jamás tanto en mi vida.
Mamá y mi hermana vinieron a recogerme en coche para llevarme a la clínica. Estaba ya casi de doce semanas. Aunque el trayecto a la clínica fue de unos cincuenta kilómetros, se hicieron muy cortos. Aparcamos, y fuimos andando. Entramos y entregué los papeles en el mostrador. Me salí para afuera corriendo. Mamá y mi hermana salieron detrás de mi.
-No puedo hacerlo mamá. No puedo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario