CONFESIÓN.
Jara García
¡Hola!
¿Qué
tal? Supongo que empachado de Biodramina…
Por
aquí, igual que lo dejaste: lloviendo con saña. Tu gata come como una
leona pese a que no estás, y en varias ocasiones me ha parecido oírla hablar…
Ahora,
por ejemplo. Ha hecho un miau que suena a “no se lo cuentes”. Supongo que se
siente cómplice del asunto, al ser la culpable de que me dejes usar tu
ordenador a cambio de cuidarla. Intento tranquilizarla con un rascamiento de
oreja, pero me mira implacablemente, igual que lo harías tú… Je, je; me encanta
chincharte. Lo confieso. Sin embargo, no creo que deba dejar de avisarte de
que, cuando regreses de los fiordos, encontrarás un paquetito en tu buzón.
Conviene
que te vayas preparando, aunque te pique la curiosidad y no puedas dormir, y
mires el correo cinco veces al día en el cibercafé del barco, esperando recibir
alguna pista más… ¿A que me odias un poco? Lo sé. Te conozco, amigo mío. En este instante arrugas
el entrecejo y cruzas los brazos para resistir las ganas de retorcerme el
pescuezo… Vale. Me lo merezco. Soy mala,
pero no importa, si así consigo que pienses en mí más de lo que sueles hacerlo
cuando estamos cerca… ¿No te parece? Irina, sin embargo, cree que soy una
cobarde. Lo sé por cómo me mira. Y tiene razón. He esperado a que estés de
crucero para dejarte un paquetito en el buzón; además lo he hecho de noche,
para que no pudiera verme ninguno de nuestros vecinos, aunque no son las
habladurías lo que temo, sino sentir lo que sentirás cuando sepas que he dejado
el dichoso paquetito en tu buzón. Y confieso además mi estupidez, porque por
mucha Noruega o mucho barco que me proteja, he pasado la noche soñando contigo
sentado frente a la pantalla, leyendo este maldito email, tal y como lo estás
haciendo ahora…
¿A
que tu dedo índice vuelve a tocar la ruedecilla del ratón para releer todo esto
y tratar de asimilarlo? ¿A que has desfruncido el entrecejo? Por favor. Dime
que sí, por favor… Que, aunque no entiendas nada, no te parezco ridícula.
Porque así me siento. Ridícula y fea ¡Maldita sea! Soy una de las vecinas feas
que tienes, una que procura no sonreírte demasiado ni responder demasiado
pronto tus mails. Una que te evita en el ascensor, pero estropea la luz del
rellano para poder ayudarte a arreglarla; una que habla con tu gata y sueña ser
ruedecilla de ratón bajo tu dedo; una que te deja un paquetito en el buzón y te
lo cuenta por correo porque así, entre bromas… porque solo así se atreve a acercarse a ti. Menuda idiota. A mis años, y como una
cría. Y encima pesada, porque después de tanto hablar no te he dicho qué hay
dentro del paquetito y por qué motivo lo he dejado en tu buzón una semana antes
de que vuelvas. En realidad, da lo mismo… ¿Acaso un paquete en un buzón podría
convertirme en una persona diferente de la que soy? ¿Una cajita, envuelta en
papel, dentro de un cajón metálico al lado de tu puerta va a cambiarlo todo?...
¡Venga ya!...
Seguramente,
cuando termine de escribir charlaré un rato con Irina, le traeré la merluza que
me sobró de la cena y daré una vuelta por el barrio agenciándome las cajas de
cartón que sobren en las tiendas. Necesito hacer limpieza de trastos ¿sabes?...
Sí, sí; no te rías. Va en serio. He encontrado un piso de alquiler en las afueras, pero es
mucho más pequeño que estos. Y más oscuro. No me gusta nada, en el fondo. Lo admito.
Ojalá me de un ataque de valor repentino, el impulso de entregarte cara a cara
el puñetero paquetito que puse ayer en tu buzón.
Cuídate.
Y no te preocupes por Irina. No la dejaré sola.
No se llega a saber la edad que tiene la que escribe, aunque se habla de ella.
ResponderEliminarImagino que es forzado el no saber qué contiene el paquetito (o yo, al menos, no lo he descubierto).
Está bien que se justifique que ella se va porque si no no tendría sentido que le dejara el paquete en el buzón. Aunque no se entiende cómo no va a dejar a la gata sola.
Si el piso al que se va es peor: ¿por qué se va?
La narradora comenzó muy alegre y va cambiando el estilo en el discurso. Es una lástima porque el del principio estaba muy bien.
Gusta que se flagele un poco.
Pero creo que no entendemos nada.